— Papi! — Wenhan había traído a los dos niños de la escuela a la que asistían. Al final se habían terminado mudando a un pueblo pequeño en las montañas, para que sus hijos pudieran tener una vida medianamente normal y socializarse también.
Yunnie, el hijo de Wenhan y Yixuan, siempre llegaba contento porque hacía muchos amigos. Pero él pequeño Bobo, era muy callado. Prácticamente su primito era el único que podía entenderlo y hablar con él.
— Tengo malas noticias...— Wenhan suspiró.
Zhan al ver que su hijo se quedó en la entrada se preocupó por el pequeño niño.
— ¿Qué sucedió?
— El... La maestra quiere hablar con ustedes. Sobretodo contigo Zhan.
— ¿Ah? ¿Y eso por qué?
— Si, los espera mañana a las 7.
Wang Yibo, que había ocupado parte de su tiempo en una pequeña fundación... Llegó también preocupado por el mensaje que le había mandado Zhan.
— Bobo... ¿Le vas a contar a tus padres que paso en la escuela? — Yibo quiso impulsar al niño, peeo este se mordió los labios temeroso de lo que pudieran decirle sus padres.
Zhan se acercó a su esposo y le besó. — No lo presiones. Seguro es alguna estupidez.
Wang Yibo soltó un bufido.
***
En la mañana siguiente. Ambos fueron atendidos por la docente, la cual desconocía mucha información sobre los Ji.
— El piensa que puede tener todo lo que quiera.
— ¿Como eso es un problema? — Gruñó Zhan.
— Señor Ji... El pequeño Bo solo tiene cinco años y puedo decir que no se comporta como un niño.
— ¿Y bien?
La maestra se sintió frustrada por la falta de comprensión. —El no pide las cosas nunca. Ustedes saben que casi no habla... Si quiere algo solo lo toma y si sus compañeros reclama... El se molesta... Le gusta dar órdenes.
— Pues me llama y yo le compro lo que quiera. — El quiso ponerse de pie considerando que lo que la mujer le decía era una pérdida de tiempo.
— Ji Chong! — Yibo reclamó. — Deja hablar a la profesora.
— El punto es... Parece que no le importara ir golpeando a las demás personas si no hacen lo que quiere. Además su mirada es un poco... — La profesora encontró los ojos de Zhan y de Yibo y se dio cuenta de que el niño era una combinación de ambos. La mirada felina del rubio y la mirada fría del pelinegro. Ella misma se sintió un poco intimidada y volvió sus ojos a otro lado.
Zhan soltó una carcajada. La profesora atónita no lo podía creer.
— Si algún día un niño devuelve el ataque...
— Que se atreva! Que se atreva a tocar a mi bebé...
— Profesora. — Yibo que había envuelto sus labios para no reírse le pidió un segundo a solas para hablar con Zhan. — Solo será un momento.
— Me gusta que no se deje.
— ¿Y si le pegan?... Es pequeño...
— Los mato!
— Shhh... Shh... Xiao Zhan. No puedes estar hablando de esa manera en una escuela. — Empezó a susurrar muy bajito. — Mi amor. Se supone que dejamos esa vida atrás...
— ¿Ah si? ¿Qué hiciste con la niñera?
Yibo trago entero. Miró al piso avergonzado... — Mírate. — Lo sostuvo de la cintura. — Ni siquiera eres capaz de negarlo.
— Ella se lo busco. Esta vez es diferente... ¿OK? Dijiste que tu papá siempre te protegió así... Yo quiero que mis hijos tengan amigos y si hay que regañar a Bobo... Hay que hacerlo.
A Zhan se le aguaron los ojos. — ¿Tu no estas viendo que es una mini versión de ambos al mismo tiempo? ¿Serias capaz? ¿Viste su cara?
A Yibo se le hizo un nudo en la garganta. — Si... Lo amamos. Pero debe aprender a convivir... No queremos que sea solitario. ¿OK?
— Mn... — Zhan asintió a regañadientes. Guardo su arma. — Le diré que lo que sea que quiera me lo pida a mi.
Yibo rodó sus ojos... Tenía mucho trabajo por hacer... No sólo con su niño sino con su marido también.