The Husband

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"El recuerdo que vuelve a aniquilar,

las calles que gotean odio,

y el silencio que aterra

en la soledad del pesar,

las sábanas con olor damasco

pero con el peso del hierro,

duermes con la indiferencia,

la complicidad con la tortura,

en la turbulencia de la desesperación"

Dénes recordaba perfectamente aquella tarde en que entró en la Taberna con su madre y fue sorprendido por la belleza azabache cuyos ojos serviciales no estaban calificados como atentos en él precisamente, lo supo en ese mismo instante, que estaría enamorado de esa mujer el resto de su vida. Habían llegado hace pocas semanas desde el interior de los muros, su padre quien toda la vida ahogaba sus frustraciones en el alcohol se vio envuelto en negocios peligrosos debido a su también mal hábito de apostar, comenzó a pedir a prestamistas para poder seguir moviendo el bazar para vivir y pagar deudas que luego tendría que saldar con ellos, siempre oía a sus padres gritar tras la puerta cerrada del dormitorio, su madre lucía una cariñosa sonrisa para él después de claramente haber llorado con tragedia ante las faltas de cordura de su padre, él notaba como en ocasiones las cenas traían una porción de carne sólo para él, su madre decía no tener hambre, con el tiempo supo que el dinero no alcanzaba para que todos se alimentasen igual, y ella priorizaba a su hijo. Siempre fue minuciosa en su presentación, el cabello limpio y ordenado, el uniforme que estaba al límite de notarse corto, pero impecable, nunca pasó hambre o frío, no podía decir lo mismo de su madre. Las demostraciones de cariño en el matrimonio Lund eran un mito, de la misma forma que las palabras dulces solo eran provenientes de los labios maternales hacia él. Dénes fue víctima de burlas por el actuar indecoroso de su padre, sus compañeros y familiares siempre le dedicaban esas horribles miradas de lástima, incluso las mismas que él le dedicaba a su progenitor cuando lo veía durmiendo borracho en una taberna.

Era su madre quien se dedicaba a trabajar, cuidar de él y mantener el hogar, Dénes la amaba, la admiraba con enorme pasión, ella lo protegía cuando todos se mofaban de su ropa o la irresponsabilidad de su padre, sanaba las heridas e iba a defenderlo de aquellos compañeros que lo golpeaban y abusaban de él, debido a todo lo que acontecía en su vida Dénes fue un joven tímido e introvertido, siendo blanco de golpizas que herían su alma más que su cuerpo, de la misma forma en que en edad de conquistas, las jóvenes lo despreciaban sin molestarse en conocerlo solo por la conducta de su padre, dejando el peso de la inseguridad enraizado en su ser. Su madre siempre fue quien sacó adelante a la familia, fue quien decidió que era momento de escapar del pueblo donde vivían o las apuestas impagas de su esposo cobrarían todo lo que les quedaba, vendió el bazar a un excelente precio y por la noche, subió a su familia a una carroza y huyó sin mirar atrás, hasta el Mar, donde el Océano pudiera proveer oportunidades y éxito, donde su hijo no cargara con los pecados de su padre ni su estigma. El matrimonio Lund comenzó con amor, uno que se esfumó prontamente cuando su padre, enceguecido por el machismo impidió que su esposa saliera de su hogar pues ese era su trabajo ahora, ella cumplía su rol, siempre y cuando el hombre supliera todo lo necesario para aplacar las urgencias familiares, esta libertad en la vida del padre, quien provenía de un yugo estricto, se vio fuera de las manos y comenzó a tomar pésimas decisiones, a la madre de Dénes no le importaba pasar penurias, pero cuando se sumó un hijo, su instinto materno se consignó por sobre el de esposa, por lo que su marido, quien despilfarraba dinero y tiempo en la bebida, juegos y de seguro en otras piernas, le tuvo sin cuidado alguno, siempre y cuando su hijo pudiera desarrollarse en un entorno de amor y seguridad, para lo cual ella sacrificaría todo, incluso humillaciones y labios amoratados por el que alguna vez fue el amor de su vida. Dénes odiaba tanto a su madre como la amaba, sí, la odiaba, pues si bien ella se esmeró hasta el desgaste físico por sacar a flote una familia, no tuvo el valor suficiente para dejar el bulto inútil de su padre y solo seguir con su hijo, por el "qué dirán", porque eso no es lo que hace una esposa, claro que él era muy joven para comprender como la sociedad castiga a las mujeres que luchan por su felicidad.

Canto de SirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora