Confesión

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LINCOLN:

Pude soportar horas de encierro como un campeón, atado a una cama y con un mapache gordo encima. Aun así... Bastó que apareciera Benny Stein, el odioso ex-novio de mi amada Luan, y que resultara ser el cerebro tras mi secuestro, para convertirme en una bola de fuego ansiosa por estrellarse en la cabezota de ese tipo.

Y ahora dice que necesita decir algo que cambiará mi vida. ¿A qué se refiere? ¿Qué cosas sabe? Si es algo acerca de Luan, se las verá conmigo, y se va a arrepentir de todo esto.

De seguro Taylor notó lo alterado que me encontraba, porque se abalanzó y me gruñó justo en la cara. Esta vez le devolví un gesto totalmente idéntico: Toda esta situación me había exasperado de forma inusual y ya no estaba dispuesto a seguir tolerándolo.

Benny, al notar la tensión del ambiente, decidió intervenir.

—¡Taylor! ¡Lincoln! Oigan, amigos. ¿Les parece si llevamos esta situación de forma más relajada?

—!NO! —respondimos ambos al unísono y mostrándole nuestras caras más furiosas. El pobre tipo dio dos pasos atrás y tomó varios segundos para recuperar el habla.

—Okey... Entiendo que esta situación se haya puesto tensa. Es lógico. Es por eso, Lincoln, que me veré obligado a hacer esto.

Taylor y yo dejamos nuestro mutuo gruñir y dirigimos la mirada hacia Benny, quien se dio vuelta y empezó a sacar algo que estaba a nivel del suelo.

—Toda explicación se disfruta mejor cuando lo dice la persona indicada. ¿Y quién mejor para contarte esta historia que...?

Ay, no.

Como lo sospeché, Benny sacó a su muñeca de ventrílocuo. La Señora Flor de Manzana. Una versión victoriana de Annabelle que este tipo ama usar, y que hace ver menos tenebroso al Señor Cocos. Noté que también Taylor se veía perturbada por la muñeca anticuada.

Así, el show de Benny y su muñeca dio inicio.

—¡Saludos, jovencitos! Como ya saben, soy la Señora Flor de Manzana, tutora del joven Benjamin, y me gusta contar historias. Es por eso que hoy les contaré una acerca del amor. ¡El amor! Qué bello es, ¿no es cierto? El que nos hace ver el mundo de color de rosa, y el que hace más bello el canto de las avecillas. Pero... ¿Qué opinan de que exista cierto tipo de amor? Uno que, aunque de seguro se sienta dulce y hermoso, es en realidad... prohibido?

—Asco —comentó Taylor, viendo hacia un lado.

Por mi parte, sentí mi corazón latiendo a mil por hora. Benny sabe algo acerca de Luan. Decidí callarme y escuchar lo que tenía que decir.

—Así es, niños y niñas. Prohibido. Tanto por la religión, como por las normas sociales. ¿Y qué lo hace prohibido, se preguntarán? Es porque los dos, un guapo joven y una bella jovencita, son hermanos. Ellos saben que no deben. Pero aun así, bajo la sombra de un árbol, en un parque solitario, o que al menos creyeron solitario, cedieron ante su pasión y se comieron a besos, como si no fueran dos seres unidos por la misma sangre. Pero... ¿saben qué? No los odio. No los repudio. Ambos son buenos seres humanos. Y como seres humanos, cometen errores. Por suerte, en este caso, solo han sido besos. ¡Solo unos cuantos besos!

—Aun así es repugnante —interrumpió Taylor —y deberían recibir un castigo.

Su intervención me sacó de mis casillas.

—¿En qué rayos te afecta esto a ti? ¡Tú no sabes nada!

Benny, aun dentro de su papel, volvió a tomar la palabra.

—¡Jovencitos! Les ruego atención porque mi participación continúa. Cabe aclarar que la señorita Taylor tiene una plena justificación para sentirse agraviada por ese escandaloso romance. Pero bueno, no es justamente por odio, sino por todo lo contrario.

ArMaggieDón 2: Miss MiseriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora