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La primavera es mi estación favorita, creo que es especial ver cómo tantos árboles relucen sus flores más bellas y coloridas, es mágico ver cómo danzan al compás del lento ritmo de la briza, me gusta columpiarme todas las tardes en aquella hamaca debajo de aquel frondoso sauce, es mí favorito desde que era niño, crecimos juntos y le tengo mucho cariño.

Hoy parece ser un día especial, sus flores están en su mejor momento, mientras me balanceo, el sol de a poco se va escondiendo, al instante, siento una presencia a mí lado. Cabello negro, sonrisa de hermosas perlas encantadoras, aquella mirada tranquila y amorosa, imito su expresión a la par que mí pulso se acelera calentando mis mejillas vergonzosamente.
El toma asiento a mí lado suavemente y trata de buscar mí mirada entre risas, sostiene mí rostro e inicia un lento beso entre nuestros labios. No sé si fue el momento, o el lento baile de aquel sauce llorón, pero aquel momento se sintió tan cálido, tan reconfortante. De repente, ambos caímos sin darnos cuenta al verdoso pastizal. El sonido burbujeante de nuestras carcajadas se abrieron paso siendo el único sonido que quería grabar a fuego en mi memoria.

Aún aturdido por la reciente caída, él se eleva por encima de de mi y me regala una tierna mirada con tierra en un costado de sus mejillas, río enamorado y procedo a limpiar sin apuro aquella porción de su cara, lentamente él toma una de mis manos que estaba en su rostro y las besa pausadamente. Con una lentitud que lo caracteriza, fue acercándose poco a poco, otra vez, a mis labios y los beso nuevamente, con lo último que quedaba del atardecer como fiel testigo de nuestro amor.

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