La primera vez que Seungcheol lo sintió fue en medio de un concierto.
En el escenario. Con sus miembros. Frente a sus fans.
Bajó corriendo al backstage apenas terminó la canción y apagó su micrófono tirándolo a un lado.
El pecho le apretaba y varias gotas de sudor se deslizaban por su espalda.
La desesperación fue agobiante. Lo único que percibió por un tiempo.
El baño. El suelo. Sus manos. Los brazos de Mingyu.
Mingyu lo halló y lo recogió en piezas rotas.
"Ponte la camisa" y ni siquiera sabía que se la había sacado.
"Respira. Sigue llorando" y ni siquiera sabía que había dejado de hacerlo.
Ya no vivía. El resto del concierto lo dio en piloto automático.
Quiso ignorarlo cuando volvieron a Seúl y fue fácil.
Ahora tenía otro problema.
Injusto. Muy injusto.
"Desesperante" murmuró al aire una tarde.
Otra vez se saltó la práctica con los demás y almorzaba solo. Debía reunirse con los directivos de la empresa.
"Es necesario" le dijo su manager cuando regresó al auto "Eres el líder".
¿En qué momento dejó entonces de ser artista?
Los mensajes comenzaban a llegar. Los chicos reportaban ya haber comido.
Seungcheol silenció las notificaciones y lloró.
"Canta" le dijo Bumzu días después.
"No puedo".
"Hay que grabar" presionó Woozi.
"Siempre hay algo que hacer" y salió del estudio.
Nunca fue de los que se quedaba bailando solo en la sala de prácticas, pero la empezó a frecuentar de madrugada.
La música en alto. Los espejos mirando. Él quieto.
"Baila" se dijo "Solo baila".
Y no pudo. En cambio, lloró hasta las 5 a.m.
Si grabó, pero sin ganas. El álbum debía terminarse para el comeback del siguiente mes.
Las promociones pasaron volando y pronto ya estaba de nuevo ensayando para la nueva gira.
"¿Ideas?" y él no tenía ninguna. Los demás hicieron todo.
Aviones. Hoteles. Reuniones con el staff.
"Desesperante" le dijo a Jeonghan una noche de cerveza.
"Lo es" su mano temblaba "Y mucho".
Jeonghan lloró y Seungcheol lo abrazó.
El piloto automático pasó factura en el tercer concierto.
Y Seungcheol lo sintió por segunda vez.
En el escenario. Con sus miembros. De espaldas a sus fans.
"Vamos" le dijo Mingyu.
"No puedo" y salió corriendo.
Esta vez vomitó y se quitó hasta los zapatos. Golpeó la pared y su mano sangró.
Su mente ya no estaba vacía, se llenó de cientos de ojos mirándolo y miles de manos señalándolo.
Se fue. Dejó el concierto a medias y se quedó dormido llorando en su habitación de hotel.
Vacía. Helada. Silenciosa.
"Baila" le dijo Hoshi dos noches después al encontrarlo parado en la sala de prácticas.
"No puedo" respondió inmóvil.
"Te ayudo" y lo tomó de la cintura.
Seungcheol lloró en su hombro mientras su cuerpo era guiado a una melodía que ya no lo traspasaba.
En cada descanso de los siguientes conciertos era lo mismo.
No respiraba. No sentía. No vivía.
"¡¿Qué quieres de mí?!" le gritó a su reflejo "¡¿Qué es lo que tengo que hacer?!"
Antes del siguiente concierto lo volvió a sentir.
En el backstage. Sin sus fans. Frente a sus miembros.
"¡No puedo!" gritó con angustia de rodillas frente a ellos, llorando y temblando.
"Nos vamos" le dijo el manager y los demás guardaron silencio.
Aviones. Seúl. Dormitorio.
"Desesperante" le dijo a su psicólogo.
Y él estuvo de acuerdo.