Confesión

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CORA

Con cada milésima de segundo que iba transcurriendo y Jacob no aparecía, los nervios se acrecentaban en mi interior. Había pensado durante muchos días hacer la cena y confesar al fin mis sentimientos, después de todo, mi corazón ya se encontraba bajo su poder desde hace mucho tiempo y una parte de mí se negaba a aceptarlo quizá por miedo de salir herida. En mi mente todo estaba claro, las palabras que iba a decirle y esa pequeña sorpresa que tenía preparada y estaba segura que iba a gustarle mucho, pero los nervios se estaban apoderando de mí y me daba miedo meter la pata luego de que él me ha esperado por tantos años.

Puse en un jarrón con agua las flores que trajo y las acerqué a mi nariz, disfrutando de su aroma. Son unas flores preciosas y, aunque no me gustan este tipo de detalles porque siempre he creído que las flores son para los muertos, viniendo de él, me parecen hermosas y se siente muy bien recibirlas. Tomé la pequeña nota que había dejado minutos antes sobre la mesa y mi corazón se alteró más de lo que se encontraba tras leer las palabras en ella: «No son tan bellas como tú porque no tienes punto de comparación con nada ni nadie, pero me recordaron a ti y a tu belleza sin igual, esposa mía».

En un principio me molestaba y me avergonzaba mucho que me llamara de esa forma, pero ahora me parece tan bonito y tierno que se refiera a mí como su esposa sin que lo seamos.

—¿Te gustan? — me rodeó con sus brazos desde atrás y descansó su barbilla en mi hombro.

—Son muy lindas — doblé la nota y la dejé entre el medio de dos flores—. La cena ya está servida.

—Quiero saber el motivo de esta cena romántica — estampó sus labios en mi cuello, provocando un escalofrío por todo mi cuerpo—. Me has tomado por sorpresa con esta cena. Realmente creí que era una cena casual.

—Quería sorprenderte, darte un poco de lo que me has dado tú.

—¿Sabías que, con solo un beso, me haces el hombre más feliz?

—Cenemos antes de que la comida se enfríe, ¿sí?

—Está bien.

Sacó la silla para mí y me ayudó a sentar, seguidamente, se sentó frente a mí y me sonrió abriendo la botella de vino tinto que estaba sobre la mesa. Las velas que nos brindaba un poco de claridad, daban en su rostro y lo hacían ver muy atractivo. Por más en que pasen los días y saber que todo esto es muy real, aun no podía creer que un hombre tan guapo se hubiera fijado en mí y que estuviera dispuesto a hacer tanto a la vez por entrar a mi corazón.

—Espero que te guste — serví la cena para los dos, con las manos temblorosas y el corazón acelerado—. Buen provecho.

—Eres la mejor chef, mi amor. Desde que probé tu primer platillo, me hiciste fan a tus deliciosas comidas. Tienes manos mágicas.

—Gracias — sonreí, feliz y emocionada con sus palabras.

Cenamos despacio, disfrutando cada sabor mientras le contaba lo feliz que me encontraba al retomar mi carrera como chef en Milán. Había tanto que aprender de un lugar lleno de gastronomía como este, que incluso estaba dispuesta a experimentar lo que me restara de vida hasta poder lograr una copia exacta de alguno de los platos más famosos y prestigiosos de Italia.

—Lo haces mejor que ese imbécil de pacotilla — hizo una mueca al recordar a ese hombre tan desagradable que resultó ser uno de los más importantes chefs de Milán—. Vas a hacer una chef muy reconocida, mi amor. Que orgulloso me siento de la mujer tan llena de cualidades tengo a mi lado.

—Hasta ahora estoy empezando — sentí las mejillas calientes—. Aún tengo mucho que aprender.

—Confío en ti y sé que podrás lograrlo. Eres muy buena, tesoro.

—¿Quieres un poco de postre? — cambié de tema intencionadamente, ya que no me gusta recibir tantos halagos al tiempo—. Tiene un poco de limón.

—Claro, todo lo pruebo de ti — acercó su silla a mi lado y abrió la boca como un niño obediente.

Tomé un pedazo del postre con la cuchara y lo llevé a su boca. Me quedé ensimismada viendo la forma en la que arrastró con sus dientes por el trozo y sus labios quedaron untados de crema. Muy lentamente y provocando un calor infernal en todo mi ser, lamió sus labios y esbozó una sonrisa asquerosamente sensual que fue más bien un calentador automático en el centro de mi corazón.

—Mmm, delicioso — incluso su gemido me pareció excitante.

Ya no lo soportaba más, necesitaba sentir todo aquello que me ha negado durante las últimas semanas porque suele huir de mí. Siempre que nuestros besos y caricias suben de intensidad, sale de la habitación y dura largos minutos para regresar, pero no es capaz de volver a darme un beso en los labios, solo me abraza hasta que ambos caemos vencidos en los brazos de Morfeo. Su poca cercanía cuando dormimos juntos también me resulta sospechosa y me hace dudar, pero sé lo mucho que se resiste para no dar ese paso hasta que mis sentimientos estén del todo claros.

—Mi amor — empecé, y de inmediato me miró sorprendido, pues nunca lo había llamado de esa forma tan cariñosa—, tengo que decirte algo que es muy importante.

—Dime.

Carraspeé, acomodándome mejor en la silla. ¿A dónde se fue toda esa valentía con la que desperté hoy en la mañana? Solo era hablar de mis sentimientos, pero es tan difícil soltar las palabras ante esa mirada tan profunda y esa sonrisa tan bonita.

—Nunca antes había hecho al como esto, me refiero a tener una cena con un chico y hablar con el corazón en la mano. Desde que mi cuerpo comenzó a sufrir cambios, siempre he huido de todos a mi alrededor, tal vez sea eso lo que nunca me llevó a tener una primera experiencia con los chicos de mi escuela o en la universidad. Tuve personas a mi lado que creía eran mis amistades, pero comprendí con el tiempo que lo único que buscaban de mí era el dinero y no mi amistad. Arabella ha sido la única que se ha quedado conmigo, a pesar de no tener una silueta perfecta y ser tan bonita como ella, pero me enseñó a quererme a mí misma sin importar nada. Sinceramente, muy pocas veces siento complejos de mi cuerpo, pero hay momentos en los que no quisiera ser así de gorda — puse un dedo en sus labios cuando lo vi con toda la intención de hablar—. Déjame hablar, despues me dices lo que piensas, ¿está bien?

Asintió con la cabeza y, en lugar de dejar ir mi mano, la entrelazó con la suya.

—Eres la primera razón que me hace sentir insegura de mí misma. No creo que un hombre tan atractivo como tú, que fácilmente puede tener una modelo a sus pies, haya sido capaz de fijarse en mí. Es dificil, si tú no me confirmaras cada día y cada noche con tus actos y tus palabras el amor que sientes por mí, es muy dificil que crea en que, un completo adonis, se haya interesado en una mujer que rompe el prototipo perfecto de mujer de revista — se sentía tan bien soltar todo aquello que me había atormentado durante el tiempo que hemos estado juntos—. Llegas tú, con tus dulces palabras, con tu sinceridad y todo el amor a demostrarme que sí puede haber en el mundo un hombre que, además de ser muy atractivo, es una persona de buenas intenciones, que miró más allá de mis imperfecciones y me ama genuinamente desde el fondo de su corazón — suspiré, ya muy decidida a soltar mi confesión—. La cena fue nada más un complemento a todo lo que estoy por confesar, quería que estuvieras cómodo y seguro de mí. Tuve mucho miedo al principio, pero ahora estoy muy segura que mi corazón te quiere y te anhela solo a ti. Eres mi primera ilusión, mi primer amor e incluso eres mi primer beso. Jacob, trescientos sesenta y cinco días es mucho tiempo, si en un par de meses lograste cautivar mi corazón y mi alma entera. Puede sonar prematuro y una locura completa, pero no me importa, porque se siente de maravilla amar y ser amada quizás con la misma fuerza — hundí la cuchara en el postre y saqué el anillo que me había dado aquel día en el que cerramos un trato—. Te amo, es por eso que acepto ser tu esposa —llevé el anillo a mi boca, lamí lo que restaba de crema y él me sorprendió al arrebatarlo de mis labios.

—¿M-me estás hablando en serio, calabacita?

—Muy en serio — me acerqué a sus labios y los rocé con los míos—. ¿Crees que voy a alejarme de ti, sabiendo que eres el mejor hombre que la vida me pudo haber puesto en el camino? Ahora es tu turno de creer en que mis sentimientos por ti son verdaderos, mi amor.

Se apoderó de mi boca, dándome un beso lleno de ferocidad y felicidad a la vez. De todos los besos que he probado de su boca, este es el primero que me sabe a un deseo que ya el corazón no puede soportar más y a un amor que nos ha abrigado y nos convierte en uno solo.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora