¿Hasta dónde puede llegar el ser humano con tal de sobrevivir?
¿Qué es lo que yace escondido en los otros corazones?
Hasta hace poco, nunca tuve que hacerme éstas preguntas... Y me aterra no tener las respuestas.
El juego de quién es quién.
El juego...
Leer a las personas y explorar sus complejos es una pasión cuando el sujeto no está satisfecho con su zona de confort. Una vez que su día a día se vuelve una monótona transición de ideas dubitativas, re-experimentando momentos pasados, evalúa los posibles futuros y sus resultados, preguntándose ‹‹¿Qué pudo haber pasado si...?››
Cuando este enigma no está presente, naturalmente sigue adelante sin que sus sentidos sean engatusados.
Siempre y cuando su percepción de la realidad se encuentre en estado "normal", su integridad moral no se verá comprometida ni afectada de una manera u otra... pero eso es muy aburrido ¿no?
Muy ameno, las personas se adaptan, adoptan una identidad para acoplarse a la estructura social y eventualmente se distraen con los elementos adyacentes en su pequeña burbuja, omitiendo la verdad, mitigando sus temores, reprimiendo sus miedos, ocultando sus debilidades para evitar que alguien las use en su contra.
El karma es una mentira. La bondad no será recompensada por el destino ni una fuerza superior. La decisión de hacer al bien es simplemente eso, una decisión, una opción; pues si dejara de serlo, si ser "bueno" dejara de ser una opción viable, depende del sujeto tomar una decisión: serle fiel a sus principios y respaldarse en sus bases morales o abandonar su humanidad y unirse con sus más bajos instintos en pos de la supervivencia.
Ahora, en un mundo de máscaras, donde la benevolencia es meramente una elección; donde tus pensamientos sean constantemente agitados por los deseos ajenos y su relación con tu percepción de la realidad; un mundo de cabeza, donde nadie tiene poder sobre mí.
La dichosa esperanza... es una Luz donde emergió una maravillosa desesperación.
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