28. Mansión De Luque

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Frank.



Cuando escuché a Lana decir que Luzu y él habían estado saliendo juntos, sentí cómo me hervía la sangre.


No entendía porqué me ponía así. Que ellos hubieran sido novios, no significaba que siguieran sintiendo algo el uno por el otro, ¿no? ¡Por supuesto que no! Pero, entonces, ¿por qué me enfadaba, exageradamente, cuando los veía tan cercanos el uno del otro?


Sacudí la cabeza, al ver entrar a mi compañero de habitación, queriendo evitar pensar en la parejita.



—¿Qué estás haciendo ahí parado? —le pregunté, observando cómo me miraba— ¿Vas a llamar a tu compañero de delitos sexuales?



Luzu me miraba con el rostro entristecido. No quería hablarle así, pero las palabras salían solas de mi garganta.



—¿Qué le hiciste a ese chico, Luzu? ¿También fue una de tus víctimas? ¿Una de tus... mascotas?



—No, Frank, no lo fue —Se levantó de la cama, tras acabarse de sentar en ella, y se dio la vuelta, de manera que no podía verle la cara—. Ahora, si eres tan amable, ¿podrias salir un momento de la habitación? Necesito hacer una llamada.



Iba a decirle que llamara mientras yo estaba delante, estaba a punto de hacerlo, pero en cambio hice lo que me dijo y lo esperé fuera.

El chico y la rubia me miraron en silencio y comenzaron a hablar entre ellos en un tono de voz que sólo llegaban a oír ellos.

Me quedé en una esquina, como queriendo pasar desapercibido, esperando a Luzu, pero Lana se acercó a mí para hablarme.



—Frank, ¿te pasa algo? —Automáticamente, fruncí el ceño y le respondí borde.



—No me pasa nada. Pero vamos, que tampoco es de tu incumbencia. —Ella se quedó sorprendida, y volvió a acercarse a su novio, aunque no sabíamos, aún, si era exactamente eso.



Luzu apareció en escasos minutos, salvándome de la incómoda presencia de ambos.



—Vámonos —El castaño abrió la puerta para salir, y a continuación salí tras él—. ¿Estás seguro de querer hacer esto? —preguntó al cerrar la puerta— Si lo hacemos... no habrá vuelta atrás. —Su voz y la expresión de su rostro cambió completamente. Estaba raro. Era cómo si tuviera miedo de algo, pero al mismo tiempo podía ver en su cara que él nunca sentía miedo... hasta ahora, supongo.



Asentí con la cabeza, no muy seguro de lo que estaba haciendo, y entonces comenzamos a andar.

Duros caminos del destino [Wigetta y Lutaxx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora