Siendo las seis y veinticinco de la mañana,me hallo en una mañana de sábado muy introspectiva,pero asimismo necesaria.
A veces me dejo comer por el monstruo que padezco,y no puedo domar a la bestia.
Por sus accionares me hago responsable,mantengo mi corazón como bandera y pido disculpas,a terceros y a mi misma.
Las puñaladas son a mi misma,las manchas de sangre van a los que me espectan,el perdón a veces no es suficiente,pero soy sincera.A estas horas el vino tiene gusto a libertad,el frío me abraza por la espalda y ahí tengo el cielo más bonito del mundo.
Otro día con vida,apagada quizá,desarmada pero con fé nuevamente de que mañana quizá sea mejor.
Mi cuerpo se impacienta y no encuentra consuelo en el sueño,porque sólo deseo la calidez de tu voz,que por las horas que relato,no está despierta.Solo me encuentro acá,con mis pensares y mi ebriedad,mi eterna culpa y mis sueños.
Espero al amanecer para regalárselo,aunque me pesen las pestañas,el esfuerzo es para mi amado.
Los miedos me corroen la piel,y quisiera poder acallar los gritos de dolor,mas me es casi imposible;De allí nacen las lágrimas que a veces molestan y perturban la paz.
Aunque me inhunde por dentro,y sienta que me enciendo en un fuego incontrolable,tu amor me vuelve dócil.
Y solo anhelo que me dejes compartir un momento contigo.A veces me persiguen los fantasmas de mis tiempos pasados,por eso le temo a la oscuridad,sin embargo la encuentro bella,y sé que de tu mano me puedo enfrentar a todo,incluso a ella.
Espero que mañana sea mejor,y que tu risa sea mi más grande alivio de todos los días.