Vehemente [BORRADOR]

19. El Dúo Letal

Inu Koi, 2051.

(13 años atrás)

Cualquier videojuego de última generación o una consola nueva serían perfectos regalos de cumpleaños para un adolescente. Pero Leone era distinto, no le interesaban esas cosas materiales; él quería entrar a la escuela de lucha para cuando alcanzara los 16, y así fue; su padre todo orgulloso lo apoyó desde el principio, e hizo un gran esfuerzo trabajando horas extra para poder pagar el examen de admisión. Pasó la prueba, y oficialmente se podía decir que era parte de los integrantes de lucha. Leone estaba bastante emocionado; el día de su cumpleaños sería su primer día de entrenamiento. Aquella mañana se levantó muy temprano para desayunar y despertar a su padre para que lo llevara en el auto. El corazón le latía con bastante fuerza, ansiaba por completo convertirse en un luchador profesional y traer orgullo a su familia y a su provincia. Mientras veía a través de la ventana del auto, se comenzó a imaginar cuando fuera mayor y tuviera su vida hecha. Talento, fama y dinero era lo único con lo que se visualizaba; la gente haciendo ovaciones y gritando desde sus asientos su nombre para alentarlo. Sin duda la fama y el amor del público era su gran meta.

Llegaron por fin, su padre se despidió de él para retirarse. Leone estaba nervioso, se quedó un buen rato en la entrada de la escuela, armándose de valor. Por un segundo se imaginó un escenario totalmente distinto, donde fallaría y sus demás compañeros le harían burla; entonces se rajó, le entró un inexplicable miedo al fracaso y se frotó las manos nervioso. Estuvo a punto de darse la vuelta para regresar a su casa, pero en eso, escuchó la puerta de un auto cerrarse. Posó su mirada detrás suyo, y se dio cuenta que justo en ese momento otro muchacho se estaba despidiendo de su padre. Leone entreabrió los labios curioso; aquel chico parecía de su misma edad; tenía unos bonitos ojos verdes; pelirrojo, y su piel era morena como la de él. No parecía que fuera su primer día, ya que en su mirada se le notaba confianza en sí mismo. El pelirrojo lo miró por unos segundos, pero después lo ignoró para apretar las correas de su mochila y caminó hasta entrar al edificio, volviendo a dejar a Leone solo.

Suspiró tratando de olvidar todos sus nervios, así que se quitó su mochila de la espalda y la abrazó contra su pecho para por fin entrar. Subió unas pequeñas escaleras hasta llegar a la entrada, y luego visualizó la puerta de su salón. Era un amplio pasillo, había varias puertas, cada una se notaba que conducía a salas para alumnos con más experiencia. Leone suspiró tenso, sacó un pequeño papel de su bolsillo y leyó el número de clase que debía tomar.

- D4. -repasó en voz muy baja.

Tenía que buscar aquel salón, el que tuviera escrito "D4" en una placa. Guardó el papel y siguió abrazando su mochila como si su vida dependiera de ello. Avanzó lento por el pasillo, estaba concentrado en buscar la puerta. Conforme avanzaba, oyó que detrás suyo llegaron más jóvenes, pues ya se hacía hora de la primera clase. En muy poco tiempo el pasillo se llenó de muchas personas, impidiéndole al peliblanco que se concentrara, no podía pensar con tanto ruido. Hasta el fondo logró ver la puerta con el escrito "D4" en ella; sus ojos se iluminaron, y se abrió paso entre los demás muchachos para poder pasar sin problemas. Mientras pasaba, le llamó la atención un joven voluptuoso más grande que él; era castaño y tenía una cicatriz en la ceja que se veía reciente. El tipo aguardaba junto a otros dos jóvenes, se veía que tenía dificultades para sacar algo de su mochila, aparentemente el cierre se había atascado, evitando así que pudiera sacar lo que sea que guardaba dentro.

- Maldita sea, esta cosa no se abre. -forcejeó el castaño molesto.

Los chicos que lo acompañaban se rieron muy bajo, burlándose de él por no poder abrir un simple cierre.

- Cállense el hocico. -sacó los dientes enojado. - Les juro que no se abre.

- A ver, déjame intentar. -uno de sus compañeros habló.