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El tiempo si que no perdonaba a nadie, ya era viernes en la tarde, y el sol parecía que se ocultaría en un rato, pero eso no fue impedimento para que Adrien no se dirigiera hacia el lugar que frecuentaba la mayoría de las veces: El puesto de helados.

A diferencia de ayer, parecía que hoy sería un día más calmado y de buenas noticias.

Su trabajo había resultado bien y el cliente amigo del señor Theo pareció satisfecho con el resultado del mantenimiento que le habían dado a su auto. Y podía escuchar las buenas noticias que traería su jefe con el futuro socio que podría significar su viejo amigo.

El tratamiento de su madre iba de maravilla y su enfermedad parecía retroceder de a poco con el pasar de los días, no podía esperar a sacar a Emilie de ese horrible hospital y salir juntos como en los viejos tiempos.

-¡Adrien, que gusto verte por aquí de nuevo!-exclamó el hombre robusto cuando lo vió acercarse.

Adrien saludó con la mano-El mío también. ¿Cómo te va André?

-De maravilla. ¿El de siempre?

Adrien estaba a punto de responder cuando fue interrumpido por la voz de una mujer, que conocía muy bien y que no esperaba escuchar. Cuando la volteó a ver estaba sorprendido, aunque más que sorprendido estaba impactado. ¿Qué hacía ella ahí?

-Dos más por favor. Yo pagaré por los tres.

El heladero asintió y comenzó a hacer su trabajo, mientras una peculiar escena se desarrollaba frente a él.

La sonrisa de la mujer se desvaneció y cambió a una expresión un poco incómoda y temerosa por lo que fuera a ocurrir; la vista que Adrien mantenía sobre ella parecía escanear todo de ella que incluso podría hasta escanear lo que ocurría dentro de ella.

Afortunadamente, André terminó de servir los helados, lo que cortó un poco con el ambiente tenso de alrededor.

-Aquí están, dos helados y uno infantil.

La niña sonrió y tomó el helado que André le ofreció, comenzando a devorarlo. Un buen postre luego de un largo día era el mejor regalo que su madre le podía dar.

Marinette tomó los otros dos y ofreció uno al rubio que seguía sin poder salir de su estado impactado. Sus movimientos eran automáticos y no se daba cuenta de lo que hacía.

-Gracias André-habló ella y pagó por los tres postres fríos.

-De nada querida. Que tengan un buen día.

Las dos comenzaron a caminar y Adrien las siguió sin pensar demasiado en sus acciones. Lo único en su cabeza en ese momento era descubrir la repentina aparición de Marinette junto con Emma a pesar de lo ocurrido el día anterior. No se esperaba que su siguiente interacción fuera tan rápido.

Cuando llegaron al parque más cercano, Emma ya había terminado su helado y pidió permiso a su madre para poder ir a jugar a los juegos infantiles, mientras ellos se sentaban en la banca más cercana al área de juegos.

Fue cuando al fin el ojiverde se atrevió a hablar luego de un largo rato.

-¿Me dirás por qué tu aparición tan repentina? ¿Acaso uno de los chicos te envió un mensaje que yo no envié y por eso estás aquí?-reclamó recordando el día de ayer, apenas si había tocado su helado.

-Sé que lo de ayer fue extraño e incómodo. Pero te juro que ahora estoy aquí contigo por mi propia cuenta-explicó-Quiero enmendar mis errores.

El rubio parecía desconfiar de su palabra, así que agregó con una mano en su pecho:

ʟɪᴛᴛʟᴇ_ᴇᴍᴍᴀ_|| ADRINETTE_AU_||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora