7- Jugando a ser feliz

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Han pasado dos años desde que decidí dejar de consumir regularmente y dos meses desde que me he mudado a Italia a continuar con mi carrera como profesional

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Han pasado dos años desde que decidí dejar de consumir regularmente y dos meses desde que me he mudado a Italia a continuar con mi carrera como profesional. Mi pase al Internazionale de Milan ha estado en la tapa de los periódicos más importantes de la ciudad; el equipo líder del Calcio ha ofrecido muy buen dinero y el Barça no se ha podido negar a semejante oferta.

Sin embargo, el técnico Raulo Pizzini no es mi mayor fan. A sus oídos han llegado los rumores que me vinculan a un temperamento explosivo y a algunas desprolijidades profesionales.

Miro el lado izquierdo de mi cama y encuentro a Allegra Pizzini.

Sí, me he tirado a la hija de mi entrenador y estoy seguro de que Levi me colgará de las pelotas. A mi favor, ¿qué iba yo a saber que ella me seduciría con sus largas piernas y sus caderas de muerte en la fiesta que el club ha hecho para celebrar su aniversario?

Camino en dirección a la impecable cocina de mi nuevo apartamento, un piso en el centro tan frío como la nieve invernal de Italia.

Decepcionado, he sido una sombra desde que el detective que contraté para que buscara a minha beleza regresó con las manos vacías. No puedo culparlo, no le di más que datos imprecisos.

Cabizbajo por la desilusión, mi rendimiento futbolístico había bajado y las señales de alarma se centraron en mi vida personal: que si salgo mucho, que si me llevo una o dos chicas de una fiesta, que si me peleo con la prensa o elijo el silencio.

Mi fichaje médico había salido a la perfección y aunque la tentación por volver a las viejas andanzas es algo permanente en mi cabeza, elijo escaparme de eso y centrarme en entrenar duro.

E ir a terapia.

Nunca he perdido de las esperanzas de que el destino me reúna con quien devolvió la vida a mi corazón carioca. Miro mi teléfono con miles de notificaciones que se atascan en él. Uno, no me es indiferente.

Levi: Te han visto salir del evento con la hija de Pizzini. Júrame por tu madre que no está contigo en este momento.

Miro por sobre mi hombro hacia la puerta de la habitación donde está la muchacha con la que he pasado una noche de sexo bastante buena.

Ladeo la cabeza, negando, y no respondo.

Siento una incómoda presión en las sienes y un analgésico es la primera opción.

Vaso de agua en mano, voy hacia el cómodo sofá y me acuesto en él. Miro al techo, perdido en mis pensamientos, rememorando por milésima vez aquel encuentro fortuito con meu anjo.

Sus ojos me han acompañado antes de dormir y su sonrisa, al levantarme. Soñé infinidad de veces con volar hasta Buenos Aires y apostarme en el Obelisco con un cartel, convocando a todas las argentinas de alrededor de, ahora, veinticinco años, médicas y con un tatuaje en honor a su abuela.

"Rafe: corazón carioca" - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora