Capitulo 7.

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Amelia señaló un cartel pequeño y discreto y pidió al taxista que parara en uno de sus restaurantes favoritos. Miró por encima del hombro y vio la expresión dubitativa de Anne.

— Ya sé que el barrio no es muy bueno...

A jugar por la expresión de Anne, podían haber estado en la Mongolia Exterior.

— Pero os aseguro que la comida es excelente.

La otra mujer adoptó una expresión de valentía.

— Que tipo de cocina preparan?—preguntó.

— India —repuso James; salió y sujetó la puerta. Anne le tocó el brazo.

— Tú has estado antes aquí?

— Sí, muchas veces.

El hecho de que él no objetara nada al respecto del restaurante pareció darle cierta seguridad.

— En ese caso, supongo que será un placer.

Amelia reprimió el impulso de sonreír. A Anne, la ex reina de la belleza, le esperaba algo allí: la primera prueba a su test. El día anterior había elaborado una lista más detallada de las cualidades que debería tener la futura esposa de James antes de que ella diera su aprobación al matrimonio.

En ellas se incluían el sentido del humor, la espontaneidad y un espíritu aventurero, interés por la buena comida, los deportes y una sensualidad a juego con la de su prometido.

Entraron los tres en el restaurante. Cuando James cerró la puerta, una oscuridad olorosa los rodeó. Telas de colores colgaban de las paredes.

— Tienen reserva? —preguntó un hombre pequeño automáticamente. Luego su boca se abrió con una sonrisa— Señorita Queen! Al al fin ha vuelto!

— Llegue anoche, señor Pok. Y ya sabe que debía venir lo antes posible.

El hombre le estrechó la mano con mucha efusividad.

— Me alegro mucho —se inclinó hacía ella—. Me permitiría elegir el menú?

— Desde luego.

— Por aquí, por favor.

Los condujo por la penumbra del restaurante, allí vieron al pasar al lado de otros comensales que estaban sentados  sobre cojines en el suelo.
Cuando Anne vio que ellos también iban a sentarse en el suelo, vaciló.

James apartó un poco a Amelia.

— Quizá no ha sido buena idea. No está acostumbrada a la cocina india, en especial al modo que tiene el señor Pok de utilizar las especias.

Amelia le dio un golpecito en la mano.

— Creo que Anne estará a la altura. No lo crees tú así, querida?

Esperaba alguna réplica débil, pero, para su sorpresa, la otra soltó una carcajada.

— Desde luego. Esto será divertido.

Eligió el cojín del centro y se instaló en el de buen humor.
Amelia frunció el ceño. Había estado segura de que la otra protestaría.

Pero eso no importaba; tal vez Anne hubiera superado aquella parte del reto, pero todavía no habían servido la comida. En cuanto probara el ardiente curry, no se mostraría tan dispuesta.

— Amelia —gruñó James.

— Tranquilo. Anne ya ha dicho que estará a la altura.

— Compórtate —le advirtió él.

— Me estoy portando bien —susurró ella.

Se instaló en su sitio y el señor Pok llegó en ese momento con el vino. Amelia sonrió a Anne.

Te Quiero para míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora