Crisis

26 3 0
                                    

Escuchamos un ruido a lo lejos y vimos a Luke espiándonos desde el pasillo.

—¿Qué haces? —pregunté.

—Perdón, no quería interrumpir su momento.

—No te preocupes —contestó Liam—, de todas formas será mejor irnos, hay que prepararnos para la cena.

Nos despedimos y ellos se fueron juntos a su pabeyón. Una vez que estuve solo, alisté mi ropa y me dirigí al baño. Al sumergirme en el agua, mi mente se despejó por un instante mientras mis musculos se relajaban. Con todo lo que ha estado pasando, la ansiedad me carcomía y estaba realmente agotado, pero después de la tormenta viene la calma. Solo debo ser paciente y esperar. Todo estará bien, debe estar bien, tiene que estar bien...

Una vez que salí del baño, me dirigí  a el espejo y pude detallar las ojeras bajo mis ojos, las cicatrices que seguían rosadas en mis muslos y las que cambiaban de color en mis brazos. Noté cómo mi piel se había vuelto pálida y marcaba cada vez más mis huesos. Por un momento pude ver la realidad y dejé de reconocerme en el espejo. Cada vez me extrañaba más y más, no pude evitar pensar: ¿cómo pasó?, ¿en qué momento dejé de ser yo?, ¿cuándo me perdí a mí mismo? Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos una tras otra y un sollozo se escapó de mis labios sin poder hacer más qeu sentirme miserable. El fantasma de mi madre apareció en mi cabeza. Desde su partida, quedamos completamente solos en este palacio y la ira de mi padre aumentó y cayó con fuerza sobre nosotros. Desde que se fue, nuestra vida terminó de convertirse en un infierno y solo gracias a aquellos que nos tuvieron lástima no terminamos muertos por las heridas e infecciones. Mi madre nos había ocultado muy bien la realidad y cuando esta nos golpeó se llevó una parte de nosotros.

Cerré mis ojos mientras halaba mi cabello. Escuchaba voces lejanas, pero no podía entender lo que decían, golpee mi cabeza intentando callarlas, mientras sentía que algo malo pasaría, sentía que iba a morir, sentía que las paredes se cerraban y sentía que no podía respirar. Me senté en la cama abrazando mis piernas mientras repetía en mi mente que todo estaría bien y sin darme cuenta me quedé dormido. Desperté al cabo de unas horas tenso, adolorido y solo, pero era mejor así. No quería que mis hermanos se preocuparan en vano por mí, ya teníamos suficientes problemas y esto era algo con lo que debía lidiar solo como había hecho hasta ahora. Me levanté y estiré mis músculos entumecidos. Recordé la cena, aunque probablemente ya era muy tarde para llegar a tiempo. Me vestí, arreglé mi cabello, tomé unas cuantas cosas y salí de mi habitación rumbo al comedor.

Abrí las puertas encontrándome con una escena que se quedó grabada en mi mente: Axel, Azael, Liam y Luke apuntaban con sus espadas hacia Eduard y los miembros del consejo, mientras estos les devolvían la acción.

Se acabó la diplomacia, ya no había marcha atrás.

De inmediato llamé a los Heer de guardia que entraron rápidamente desenvainando sus espadas sin dudarlo, rodeando y apuntando al consejo. Algo estaba claro: la guerra aún no había acabado y cada uno había definido su bando. A partir de ahora, nada volvería a ser igual.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 29 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Trono sangrientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora