Capítulo XXV

79 10 3
                                    


Si se preguntaban a dónde va esto.... yo tampoco se. Bom dia!!
.
.
.
.
.

Intentar escapar de la fortificación más segura del reino en verdad era un lío. Más si iba acompañado de un estúpido cabeza hueca y un blanco gigante.

A pesar de haber engañado a Moniwa con éxito, Futakuchi se encontraba en una situación un tanto enredosa. Por primera vez en cien años, el Reino de la Muralla se encontraba bajo órdenes de guerra. Y por primera vez en diecisiete años, Futakuchi desobedeció la primera orden que se le había impuesto.

Tarde o temprano lo atraparían, pero no iba a seguir una vida de reglas por el resto de su vida. Se suponía que la realeza no tiene reglas, pero al parecer son las personas que más reglas tienen.

- Me dices otra vez por qué hace esto, por favor.

Futakuchi apenas escuchó el susurro del rubio cabeza hueca y suspiró.

-No lo entenderías aunque te lo explicara. ¡Atrás!

Empujó a sus dos acompañantes contra la pared mientras dos soldados patrullaban los pasillos. Momentos después que desaparecieron siguieron su camino.

- Aún así, quiero saber por qué quiere salir del castilllo. Hay frío afuera. Además, no creo que pase la entrada sin ser visto.

A Futakuchi ya le estaba irritando esos comentarios inecesarios.

- Para dónde, Aone.

Aone le señaló unas escaleras que llevaban a los establos, al fondo del pasillo a su derecha.

- Bien. - espetó el rey.

Los tres siguieron su camino, evadiendo guardias y escondiéndose en las sombras hasta que un guardia los descubrió.

- ¡Hey! ¿Quién anda allí?
- Mierda.

Los tres bajaron corriendo los escalones hasta llegar a los establos. En esos momentos Futakuchi en serio deseaba haber ido solo. Aone era su guardaespaldas que insistió todo el día en ir con él, convenciendolo de que le serviría de mapa por el castillo. Koganegawa solo era un sirviente que de casualidad los había descubierto. Los había traído consigo pero en verdad no tenía intención de seguir con ellos.

En los establos se encontró con otra baja.
Comandante Kamasaki los esperaba de brazos cruzados obstruyéndoles el paso.

- Perfecto..- Futakuchi murmuró con irritación.
- Ya déjense de tonterías y regresen al castillo.

Instintivamente Futakuchi volteó a ver a Aone. Este se ruborizó de la vergüenza.

- Hijo de -
- Cuidado con esa lengua. - advirtió Kamasaki con una sonrisa. - No culpes al pobre, solo trataba de cuidarte.
- No necesito de su protección.
- Ohoho, claro que sí, pequeño testarudo, si no quieres acabar muerto aquí y ahora.
- ¿En serio vas a matar al REY solo porque se fugó?- inquirió Futakuchi. - Sabes que te colgarán por eso.
- Ayer debí haber llegado a las barricadas. - Kamasaki tronó los dedos de sus manos en un puño.- Tecnicamente, no estoy aquí y nunca lo estuve. Ahora sé un buen niño y deja que te golpee ese estúpido rostro.

Kamasaki corrió hacia ellos con intención de hacerlos pedazos, pero un balde le rompió la carrera cuando choco contra su rostro.

- ¡Corre!- Koganegawa gritó.

Futakuchi esquivó a Aone quien lo intentó atrapar y corrió en dirección a las puertas con Koganegawa a su lado. No creía posible que solo un balde de popo era necesario para acabar con el comandante. Tal vez antes lo haya llamado cabeza hueca, pero tenía algunas buenas ideas.

Antes de que los guardias tuvieran tiempo de seguirlos tomaron una carreta de carga que Futakuchi supuso los llevaría a la muralla.
Futakuchi no tenía ni idea de lo que haría después de cruzarla. Pero tendría la aventura de su vida, de eso estaba seguro.

.

Después de ser emboscado por los caballeros negros de Kageyama y perder a Makki en el pueblo, Oikawa no tenía muchas opciones. Makki era su mapa, ahora no tenía ni idea de a dónde iba. 

Tenía que encontrar a Hajime lo antes posible o un asesino lo mataría. Y, aunque Oikawa lo intentaba de negar, el asesino era muy atractivo. Pero ese no era el punto. 

Oikawa siguió sus instintos y se dirigió a lo que creyó ser el norte en busca del Reino de Seijoh. No dejó de correr. No iba a dejar de correr hasta que llegara y encontrara a Hajime. 

Se tropezó, cayó y rasguñó mil veces, pero no se atrevió a parar. Nisiquiera incluso cuando una luz amenasante deslumbraba medio bosque. Nisiquiera cuando un rayo naranja casi le cae encima. Nisiquiera cuando se topó con un brujo de cabello rubio y ojos de gato. Oikawa no logró reaccionar cuando un rayo de luz alcanzó sus ojos. 

.

- Entonces... ¿qué crees que esté haciendo ahora tu primo? - preguntó Atsumu para iniciar conversación. Habían pasado días desde la última vez que el príncipe no hablaba con él. ¡Y eso que Atsumu creía que estaban mejorando!

- Haciendo cosas de conde, probablemente. No me quiere tanto como para que me esté buscando. - dijo Sakusa irritado.

- ¡Pero eres el príncipe!

- Ittachiyama ha sobrevivido sin mí más tiempo que conmigo. Seguro no me necesitan...

Atsumu no sabía si era su imaginación, pero el príncipe sonaba algo decepcionado. Por el poco tiempo que llevaban juntos, Atsumu podía decir que el príncipe era un testarudo y orgulloso príncipe, a quien no le gustaba que le llevaran la contraria. 

Atsumu no conocía la vida de la realeza, pero de seguro era un placer de placeres. Pensando así, Atsumu no entendía porqué se le veía mucho más gruñón de lo que normalmente se la pasa cada vez que pregunta algo relacionado con su vida como príncipe. 

Bueno, lo único que podían hacer ahora era caminar. No sabía hacia dónde los estaba llevando Sakusa, pero desde que le gritó a Atsumu de llevarlos al mismo roble de antes no ha querido decir ni pío. Atsumu tampoco se atrevía a replicar. No quería que le dijera estúpido bueno-para-nada otra vez. Al menos ahora Sakusa se desfrustraba pateando con lo que sea que se le atravesaba sin golpear al rubio. 

Era Medieval [ A Haikyuu Fan Fiction ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora