XIX.

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Base de la Diosa Hestia. 8 A.M

¡Chiiiish!

Hestia tironeaba de las mejillas a un estático Naruto, quién no podía hacer nada ante la furia femenina.

- Déjame ver si entendí, Naruto-kun...- mencionó la pequeña diosa con un tono amenazador-. Me dices que viste a la ayudante robando la daga de Bell-kun que a mi tanto trabajo me costo, la recuperas, y solo le das una advertencia y vuelves a dejarla irse sola por sus anchas-

El espadachín negro alzó su mano con uno de sus dedos extendidos hacia arriba apunto de refutar a su diosa. Tras varios segundos pensando, bajó su extremidad mientras rodaba su mirada hacía un costado.

- Y ayer mismo observaste como un grupo de aventureros amenazaba a Bell-kun-

Naruto asintió.

- Y ahora están solos nuevamente...-

El aventurero levantó su pulgar.

¡Chiiiiish!

La pequeña diosa volvió a tironear de las mejillas a Naruto.

- ¡¿Se puede saber en que estás pensando?! ¡¿Cómo vas a dejarlos solos sabiendo que la ayudante quiere la daga de Bell-kun?!-

El chico movió sus manos.

- Le dije que la mataba si hacía algo sospechoso otra vez-

- Naruto, no todo se resuelve con violencia-

- Gaah-

El aventurero dejó escapar un sonido de fastidio.

Parecía una madre regañando a su hijo.

Puck reía a carcajadas sobre la cabeza del rubio con mechón blanco.

- ¡Quiero que vayas ya mismo por Bell-kun, y abandonen a esa ayudante que tienen!- ordenó Hestia viendo como Naruto parecía no darle atención-. Sino lo haces, yo mismo tendré que ir por el al Calabozo-

La expresión en el muchacho cambió drásticamente, y de un salto ya se hallaba de pie. Lo dicho por la diosa había sido demasiado peligroso yendo en contra de las reglas establecidas por el gremio, quien controlaba todo sobre el Calabozo. Algo de tal calibre podría llegar a la expulsión de Hestia de Orario, o su boleta de ida nuevamente al cielo.

- Ya voy-

Con paso desganado, Naruto fue hacia la esquina de la habitación tomando aquella enorme espada que le pertenecía. Nuevamente con el mismo ritmo, el muchacho se dio media vuelta yendo con Hestia para depositar un beso en su cabeza.

En realidad, no tenía sentido discutir ni con Bell, ni con Hestia. Su hermano seguramente por sus ideales de héroe, a pesar de todo, jamás abandonaría Lili, incluso si esta última llegase a traicionarlo.

- Ya regreso-

El aventurero se fue del lugar acompañado de Puck y sus risas.

Era ley en todos los hogares.

Cuando la madre hablaba, el hijo obedecía sin rechistar.

X~X~X

¡Kiiiiiiiii!

El alarido monstruoso de dolor resonó por todo aquel páramo.

¡Zhar!

Naruto tiró hacia atrás arrancando con sus dientes un enorme pedazo de carne de su enemigo, una Polilla Purpura. Las alas del monstruo se agitaron violentamente ante el dolor, para pronto detenerse, muriendo al instante.

Espadachín Negro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora