Capítulo 42. EPÍLOGO

5.9K 271 17
                                    

POCHÉ

UN AÑO DESPUÉS...

Me quedé quieta ante el espejo del cuarto de baño con unas tijeras por encima de la cabeza. Me aseguré de mantener los cabellos tensos y luego me puse a contar.
Una... Dos...

—María José, ¿qué haces? —Daniela entró en la estancia con una ceja arqueada. —Me he visto dos canas.

—¿Y?

—Quiero deshacerme de ellas.

Puso los ojos en blanco, me quitó las tijeras de la mano y las dejó de nuevo en el cajón. Me rodeó la cintura con un brazo para llevarme al salón.

—Todos los de mi familia han tenido canas a los treinta y cinco. —Sonrió—. Debes dejarte las canas para que podamos estar a la par.

—Solo lo dices para que me sienta mejor...

—Es cierto. A la familia de mi madre le empiezan a salir a los treinta años.
Estoy segura de que pronto me pasará a mí también.

—Estoy segura de que seguirás estando atractiva con el pelo gris, Daniela.

—Es que a mí todo me hace parecer muy sexy.

Me reí cuando me entregó una caja de adornos de Navidad. Dado que habíamos pasado la última en el extranjero, quería celebrarla de nuevo en casa. Según parecía, nunca había disfrutado una Navidad de verdad, así que había insistido para que fuera la primera que pudiera compartir con Hayley y su madre.

—Oye, mamá... —Andrea entró en la estancia con una bandeja de brownies quemados—. He seguido las instrucciones al pie de la letra, e incluso he utilizado el recipiente correcto. ¿Qué diablos me ha pasado?

Salí y miré la cocina con un suspiro.
—¿Y tú sacas buenas notas?

—¿Qué?

Negué con la cabeza.
—¿A qué temperatura lo has puesto?

—A trescientos grados.

—¡A trescientos! ¿No te había dicho que siguieras las instrucciones?

—Cuando Lucia necesita que el agua hierva lo antes posible, la pone al doble de temperatura, y eso reduce el tiempo a la mitad. Treinta minutos a ciento cincuenta grados equivale a un cuarto de hora a trescientos. Son matemáticas básicas. Deberías saberlo. —Negó con la cabeza y luego miró a Daniela encogiéndose de hombros—. Está claro que la masa estaba caducada. Iré a comprar más...

Abrí la boca para decirle algo, pero Daniela me cogió entre sus brazos y me besó.
—Aprenderá. Mi madre echará una mano esta noche.

Suspiré antes de devolverle el beso.

Me puse a colgar adornos en el árbol y sentí, literalmente, cuándo Lucia entró en la habitación.
—¿Sí, Lucia? —La miré por encima del hombro.

—Acabo de enterarme de que Andrea y yo hemos puntuado para entrar en la práctica de la FAA. Los vuelos de demostración serán en mayo. El día 14, exactamente.

—¿Y?

—Te lo digo ahora porque tenemos que reservar tiempo en tu agenda con seis meses de antelación si queremos que estés presente. Siempre estás trabajando.

—¿Qué? ¡No es cierto!

—Eh... No estaba quejándome. —Sonrió—. Solo te lo decía para que... Espera, ¿para qué te lo digo siquiera? Llamaré a tus dos secretarias y me aseguraré de que añaden las citas a tu horario. —Sacó el móvil del bolsillo al tiempo que se iba de la habitación.

MI JEFA OTRA VEZ | PT2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora