En una de las tantas mansiones que le pertenecían...
Se encontraba apoyada al barandal de ese lujoso balcón, una buena vista que reflejaban todas las luces de la ciudad, las estrellas que adornaban el hermoso cielo oscuro de la noche y la luna que iluminaba todo rincón de oscuridad...
Esa luz daba con su pelo rojo haciendole ver más brillante, la brisa que movía cada hebra de su corto cabello extrañaba su color natural y su largo, pero todo había cambiado en todos esos años.
Sus tatuajes siendo iluminados por la noche, su espalda descubierta dejaba ver el nombre de su madre que se escribió en su juventud, sus muñecas en dónde tenía dibujadas las fecha en dónde nacieron sus hijos, y las mariposas tatuadas en su pierna cada una reflejaba una persona a la cual amo con toda su alma y corazón.
Por último ese pequeño planeta que tiene en su clavícula, un significado precioso y a la vez triste pero que quedará ahí lo que le queda de vida.
Sus ojos marrones con grandes ojeras debajo se miraban perdidos entre las estrellas y las luces de la ciudad, solo escuchaba el ruido de autos y gente regresando a sus casas quizás de sus trabajos, o de eventos, uno que otro grupo de jóvenes divirtiéndose en la calle y empezó a recordar cómo cuando tuvo esa edad.
Una pequeña sonrisa apareció en sus labios resecos al recordar su juventud, en sus dedos descansaba un cigarrillo unas dos o tres fumadas que le había dado, aspiro una vez más y dejo salir aquella sustancia de sus pulmones y el humo se perdió en el aire así como ella fue perdida hace tiempo.
Vestía un vestido negro corto que marcaba su silueta, sus pies estaban descalzos tocando el frio piso atrás de ella se veían botellas de vino a medio beber eran altas horas de madrugada, su cigarrillo se terminó y tiro la colilla lejos, decidió quedarse allí un rato más para pensar y rebobinar todo de su vida.
Una voz masculina la saco de sus pensamientos haciéndola mirar atrás.
-Mamá? Que haces despierta tan tarde.- Dijo el joven de ojos verdes, miraba aquella mujer delante de el y solo pensaba, en qué momento se vio envuelto en tanto, y como fue que su madre llegó a ese camino, nunca supo de la historia de su progenitora.
- Ah, No te preocupes Mat, es solo que los socios alargaron más la reunión, nada grave.- Dijo esto volteando a ver a su hijo este al parecer se despertó quizás al sentir todo callado.
- Mat, ve a dormir hijo es muy tarde, tienes que entrenar temprano mañana.- Dijo de nuevo dándole la espalda y sacando un arma que estaba ubicada en su cintura.
- Ma, te amo mucho ten una linda noche.- El joven dijo esto con cierta tristeza en su voz, le pareció escuchar un pequeño sollozo de parte de su hijo, trato de ignorarlo pero le partía el corazón ver que la gente que amaba pagaba las consecuencias de todo.
--Yo también te amo hijo, duerme lindo.- Dijo sonriendo, una lágrima se escapó de sus ojos la limpio rápidamente y volvió a voltear, por suerte ya el joven no estaba.
La pelirroja dió unos pasos con su pistola en mano, con tres balas y se dirigió al hombre que estaba a su izquierda, amarrado y torturado este temblaba ligeramente, pero estaba tan débil que ni quejidos soltaba.
Sangre se derramaba en el piso del hombre que se encontraba atado, ese líquido carmesí era pisado por los pies de la dama, está mujer se acercaba a paso lento mirándolo fijamente, lo mataba con esos ojos vacíos llenos de soledad y rencor.
- Y bien? Al parecer no te escapaste de mi tanto tiempo.- Alzando el rostro del contrario con sus manos lo hizo verle, está se encontraba a centímetros de el lo miraba con asco, furia, con todo lo malo que se podía imaginar.
- Por favor, de-dejame... T-te juro q-que me arrepiento d-de todo.- Decía este hombre de ojos azules, sollozaba un poco, su garganta se encontraba lastimada por tantos gritos que este dió, sus uñas arrancadas con infecciones, sus labios rotos y tan débil que se encontraba su cuerpo.
- Mi hija si que sabe hacer bien su trabajo, no se equivocó cuando le dije que te jodieran hasta no más poder.- Soltó los cabellos del ojiazul con violencia haciendo que este la agachara violentamente, el pelinegro suspiraba adolorido y la menor solo reía en voz baja, la dama era mala cuando se lo proponía.
- Porfavor de-dejame ir...- Dijo esto llorando, su pecho subía y bajaba.
- Pides que te deje ir cuando el que me jodió casi toda la vida fuiste tu.- La pelirroja se volteo, diciendo esto con rabia e impotencia, el pelinegro le dió una pequeña mirada.
- Perdóname, haré lo que me pidas, pero perdóname.- El hombre dijo esto regulando su respiración y su habla era más clara, la dama lo miraba un tanto sorprendida.
- No, no puedo y jamás lo haré, por tu culpa estoy metida en esto, tu me arrastraste a esto, por tu culpa nuestros hermanos están muertos, todo fue tu puta culpa.- Dijo esto entre lágrimas, soltaba esas palabras con dolor y rencor.- Tu me violaste, me quitaste la inocencia cuando apenas era una adolescente, no, claro que no lo haré.- La mujer dijo, rápidamente quito el seguro apuntandole a la cabeza.
- Últimas palabras, habla rápido que no tengo tiempo.- La pelirroja dijo esto mientras el hombre alzaba su mirada.
- El diablo no negocia... Verdad Emily?- El pelinegro le dijo esto sonriendo, era evidente que la maldad en la familia se heredaba.
- Eso es cierto, nos vemos en el infierno Michael.- La menor jalo el gatillo y al escuchar el disparo, la sangre salpicó su rostro, su mirada se oscureció y su mano tembló al soltar la pistola.
La dama solo le dió la espalda al cuerpo y nuevamente se apoyo al barandal, miro de nuevo la ciudad y todo fue un poco silencioso.
- Dime... Que crees que debo hacer ahora?- La mujer se quedó paralizada unos segundos mas y miro el cuerpo de su difunto hermano mayor saco su celular e hizo una llamada.
- Ven, llévate a Michael... Ya me encargue de el.- Colgó y dió pasos adentro de su casa, iba dejando pisadas en el piso de color carmesí, vio que por la puerta entro su más fiel amigo, Reidar, y el al verla así no se sorprendió era algo común en ella, sin embargo llamarla y hablarle no creia que saldría mal.
- Emily?
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.+•°El Diablo No Negocia °•+.
Ficción General- Es tan inevitable no sentir estás cosas hoy en día, el vacío que queda cuando tienes las mejores mansiones pero ya no están esas personas que le hacian luz a tu malvado corazón. - Cuentan los más sabios, que no importa que tan malo se puede llegar...