Parte 1 Sin Título

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Agott fruncía el ceño, tratando de concentrarse en el hechizo nuevo que trataba de aprender. Era una especie de acertijo mágico que ocasionalmente Qifrey les daba para pasar el tiempo, con un pequeño premio para aquella que lo lograra. Naturalmente, las chicas siempre se esforzaban lo más que podían.
Pero su mente seguía vagando. No ayudaba el hecho de que se oyera una tos cada vez que Agott colocaba la pluma sobre papel. Volteó un tanto bruscamente hacia la fuente del sonido.

Coco, la aprendiz de bruja nueva, se encontraba sentada del otro lado de su mesa, intentando esconder sin mucho éxito su tosecilla. Su papel donde estaba el hechizo que debían de desarrollar estaba casi vacío.
Se sobresaltó ligeramente al percatarse de que Agott estaba viendo a ella y su hechizo, aún con la misma mirada. Agott había estado trabajando en corregir eso para evitar malentendidos, pero se le seguía escapando la expresión que algunas personas consideraban hostil.

-Disculpa Agott, no era mi intención distraerte de tu trabajo! Creo que en un momento se me pasará esto!- dijo Coco inseguramente, y en unos instantes, casi de manera cómica, se demostró lo contrario.
Agott alzó las cejas. -¿Necesitas algo? Puedo llamar al profesor, si quieres.-

-Todo está bien, sólamente sigo sin encontrar la pista que necesito para resolver el hechizo...Me iré a tomar una siesta, tal vez con eso se me refresque la mente..-
Se retiró a su cuarto. Agott se acomodó sobre su asiento otra vez para terminar el glifo. Por fin, tendría paz.

Sin embargo, una sensación de pesadez le daba la impresión de que algo no estaba bien. Unos días antes, los vientos fuertes que soplaban en los campos habían provocado que Tetia y Riché estornudaran más de lo normal, por lo que Qifrey canceló algunas clases para que no hubieran contagios posteriores. Afortunadamente, esto no pasó a mayores y el profesor planeó un nuevo horario de clases. Sospechó que esto tenía algo que ver.

Pasaron unos minutos de "estudio" a medias. No podía evitar que su mente vagara hacia la puerta entreabierta al otro lado de la habitación. Finalmente la chica se paró de su mesa, y con cuidado de no hacer ruido, se acercó de puntillas al cuarto de Coco.

La otra estudiante estaba dormida pero tiritando, a pesar de tener encima sus cobijas encima. La bruja de pelo negro acercó su mano para checar su frente. Claramente una fiebre, pero no tan fuerte como la última vez. Rápidamente se dirigió a la cocina a pedir ayuda a alguno de los adultos del atelier.
Qifrey y, sorprendentemente, Orugio, estaban ocupados lavando los trastes juntos. Parecía que había interrumpido una conversación melosa entre los profesores, pero no era hora de indagar.

Al ver la cara de preocupación de Agott, Qifrey palideció un poco.

-¿Está todo bien Agott? Sabes que siempre puedes decirme si algo te molesta-

-Es Coco otra vez, profesor. Se ha vuelto a enfermar con fiebre, aunque no tan gravemente como la vez anterior. Por el momento está dormida.- Trató de recitar todo lo que se acordaba.

En un momento, los magos pusieron manos a la obra, Orugio calentando agua para un té herbal y Qifrey buscando entre las alacenas por la medicina. Agott admiraba como una sola mirada entre ambos fue suficiente para que éstos supieran que hacer al instante. ¿Podría ella algún día llegar a ese punto de conexión con otra persona?

-Deben de haber sido esos cambios de clima que ocurren en estas partes del campo. Puede que el pueblo de donde venía Coco tuviera un clima muy diferente a este, y que eso le haya afectado.- murmuró mientras buscaba en la alacena.
Coco había tenido un poco de dificultad en adaptarse a los nuevos cambios que traía consigo el mudarse de un lugar sin magia al atelier. El maestro Qifrey procuraba que la transición fuera lo más cómoda posible para ella: un nuevo horario, clases de magia y alimentos diferentes a los que comía en casa.

-Recuerda, no puedes proteger a los demás de todo, pero es un error que tiene solución. Hay que apurarnos.- dijo el otro profesor.

Agott siguió a su profesor al cuarto de Coco. Definitivamente no iba a poder estudiar por ahora. Por mucho que dañara su orgullo, el acertijo podía esperar.

-Un caldo de pollo para las niñas no les caería mal. Orugio, crees que te podrás encargar de prepararlo mientras cuido a Coco?- Orugio asintió y regresó a la cocina
.
-Profesor, yo también quiero participar- dijo Agott. Su tono de voz accidentalmente sonó más apasionado de lo que esperaba.

-Claro, pregúntale a Orugio en que le puedes ayudar- Y con eso, Agott se dirigió determinada otra vez a la cocina.

-Yo me encargaré del caldo, ¿Puedes cortar las verduras?-

Hace unos meses, Agott hubiera protestado, diciendo que ella era capaz de hacer mucho más. Ahora se concentraba en que todo quedara igual de meticuloso que su magia, por sencillo que pareciera.
Su mente empezó a divagar mientras hacía los movimientos cuidadosos para cortar y pelar cada verdura. Pensándolo bien, algo había cambiado en el ambiente desde que esa chica de pelo verde había llegado al atelier. No estaba segura de que era exactamente. Después de varias semanas, ella ya no era la misma de antes, tanto en mentalidad como en habilidades. Sus compañeras probablemente sentían lo mismo después de que apareció Coco, y se respiraba un nuevo aire de afecto.

Agott tenía que admitir que ella no hizo un buen trabajo ayudando a Coco en el inicio. El solo recuerdo le hacía encogerse de vergüenza. Uno de estos días le pedirá disculpas, pensó. Por el momento, debe mejorar su salud para que no se vea afectada

El reconfortante olor al caldo empezó a esparcirse por la cocina y el comedor, y por alguna razón olía más delicioso que de costumbre.
Media hora había pasado rápidamente mientras Agott estaba absorta en sus pensamientos, tomando otra verdura automáticamente cuando terminaba de cortar una. Qifrey finalmente regresó a la cocina después de un rato, su expresión más suave que antes.

-La fiebre ha bajado, aún así hay que cancelar por completo las clases de los próximos días para evitar algún contagio. - Solo entonces se percató de la cantidad de verduras enfrente de su alumna. -Muchas gracias Agott, pero parece que cortaste suficientes verduras para comer caldo durante todo un mes!- comentó con una risa. -Puedes irte ya a tu cuarto a descansar.-

Más tarde, en el comedor, las otras chicas probaron cada una un plato del caldo de pollo que había terminado de hacer Orugio. Agott no pudo creer lo bien hecha que estaba, destacando de alguna manera sobre los demás platos deliciosos que cocinaban sus profesores.

-Guau, ahora si se lucieron con este caldo! ¿Qué le habrán echado esta vez?- Tetia exclamó, sorprendida. -Tu ayudaste al maestro Orugio, ¿verdad?-
Agott asintió. Del otro lado de la mesa, Riche estaba ocupada devorando su plato.

-Mi mamá me comentó hace tiempo que cualquier plato, aunque sea común y corriente, puede ser delicioso si se hace con hermosos sentimientos. ¡Y en estos momentos, presiento que la responsable de esto fuiste tú!- Exclamó Tetia. -¿Estabas ansiosa por que ella se recuperara de su resfriado?-

-¡Claro que no fue eso! ¡Debe de tener una explicación más lógica, como una hierba nueva que descubrió el profesor Orugio!- respondió Agott, roja como un tomate. Secretamente, una parte de su corazón quería creer en lo que decía Tetia.
Todos los del atelier tenían la barriga llena y el corazón contento, y la tarde acabó sin mayores incidentes.

-

Habían pasado unas semanas desde ese resfriado, y todo había regresado a la normalidad. Otra vez se encontraban las chicas trabajando en el cuarto que compartían, y la magia de ambas había progresado a pasos agigantados desde ese entonces.

Coco, habiendo terminado su hechizo con una sorprendente velocidad, se estiró y pasó al lado de Agott a observar lo que hacía. Algo decía que ella estaba más cerca de lo acostumbrado, pero por alguna razón ella no quería que se alejara.
¿Qué demonios había hecho esa chica con su mente? ¿Por qué cada pequeña interacción con ella le generaba una rara sensación en su estómago desde hace unos días? No lo descifraba aún.

-Sabes Agott, me gustó mucho ese caldo que Orugio y tú prepararon. ¡Parece que me hizo sentir mejor al instante!- Ante el desconcierto de la otra chica, rápidamente se explicó. -Qifrey me contó que se sintió muy feliz al ver el esfuerzo que ponías en preparar la comida. ¡Muchas gracias!-

Coco le dio un gran y cálido abrazo. Agott podía sentir como su cara se enrojecía completamente. Esto de hacer cosas por los demás se sentía mejor de lo que esperaba. Podría acostumbrarse a eso.

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⏰ Última actualización: Sep 20, 2022 ⏰

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