Capítulo 1: El dragón.

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Hubo una catástrofe en esa ciudad maldita. La muerte estaba personificada en el misterioso humano de pie sobre aquella torre caída ante su mortífero filo. Él había causado todo, los demonios avanzaban en la condenada Midnight City. Masacre tras masacre, y los cadáveres humanos se expandían por doquier en la forma del más retorcido valle. Fue sangriento y violento, y los pocos sobrevivientes quedarían marcados con esto. El gran guerrero, el Filo de los Dioses, bajó de la torre con un salto y con su katana de hueso destrozó a todo enemigo a su alrededor, a cazadores y demonios por igual. Siguió destajando todo a su paso, sin importarle el daño colateral, sin importarle que el fuego o los escombros destrozaran a gente inocente. A él, dos sombras le seguían sin hacer nada, solo presenciando lo que este hacía a sin intervenir. Aprendían de él, aprendían cómo blandir la katana y el amor de la guerra... Lo que El Filo quería era ser el más fuerte de todos, y encontrar un digno rival.

Entre los escombros, con estos atrapándolo y aplastando su brazo, el joven Rubén, de quince años, observaba todo fijamente. El dolor lo había hecho llorar, pero era neutralizado con el miedo de ver a un humano tan grotesco como ese samurái matar todo a su paso de manera casi tan letal como un arma nuclear. El charco de sangre, la suya, lentamente se iba expandiendo. Aún podía sentir cómo lentamente perdía la sensibilidad de su extremidad, pero entonces un gran e incluso más grotesco ser mostró contra el humano malvado: delgado y huesudo, de piel roja y carbonizada por el núcleo de metal fundidoen en su pecho y con fauces como de dragón. Con una imponente altura y huesos saliendo de sus hombros, codos y rodillas.

Dicho demonio fue la pesadilla del mundo en su tiempo, portador de la masacre y muerte, haciendo arder kilómetros y kilómetros de vegetación, todo reducido a cenizas... Este aberrante ser incluso podría ser confundido con el mismísimo Diablo de tal poder. Ahora tenía un enemigo a la altura, pues aunque no de la misma forma, su objetivo era similar al del Filo de los Dioses.

El demonio ardiente respiró y escupió fuego en forma de una tormenta ígnea entre sus fauces. Cruzó el aire e impactó contra el samurái, pero este lo esquivó fácilmente. Donde impactó el fuego ahora ardía como si jamás fuera a apagarse, y eso a centenares de metros, derritiendo y matando todo lo que se encontrara a su paso.

⸺" Filo de los Dioses" ⸺dijo burlándose de él. El samurái, de armadura negra como obsidiana, mantuvo su guardia en alto, tratando de encontrar algún detalle⸺. ¿No había un nombre más ridículo y pretencioso? Yo soy El Fuego de los Infiernos. Yo me gané ese título, tú solo eres alguien arrogante que solo ha matado a debiluchos... ¿No tendrás miedo ahora? 

Rápidamente esquivó una estocada, y luego un tajo y así, todo mientras Rubén observaba fijamente todo. A pesar de su tamaño, dicho demonio era veloz. Pronto tras otra tormenta ardiente, el humano grotesco embistió al demonio ardiente. Aunque su apariencia exterior no se vio afectada, su piel y carne se quemaron a pesar de que no expulsó ni un gruñido... Y esas dos sombras seguían observándole.

El samurái hundió su katana en el núcleo expuesto de lado a lado, sorprendiendo al gran demonio.

⸺Desaparece ⸺susurró el espadachín.

El Fuego de los Infiernos trató de golpearlo para incinerarlo, pero falló pasando su puño a centímetros del casco, derritiendolo solo un centímetro de este mientras el samurái lanzaba un tajo justo para partirlo a la mitad por el núcleo del demonio... Eso fue la clave de la situación, y el peor castigo de su vida.

Luego, cuando todo de alguna manera culminó... La paz nunca llegó a Midnight City.

Dos años después, una figura caminaba tranquila en las calles de la desafortunada ciudad, escuchando a la bestia moviéndose a su alrededor, dejando un rastro de veneno por donde caminaba. Rubén se mantuvo tranquilo, con absoluta confianza de que todo saldría bien. Entró pronto en un callejón sin salida, con un grupo de vagabundos alrededor de un barril encendido en fuego para refugiarse del frío nocturno de Midnight City. Estos observaron a Rubén y este a ellos, se acercó y preguntó si habían visto a un demonio, ya listo para combatir.

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