Descaro

2.3K 257 12
                                    

CORA

Vivía en un sueño y no quería despertar nunca de este. Hace un tiempo que mi relación con Jacob se fortaleció debido a nuestra entrega y nada me hace más feliz que ello, porque no hay día que no nos amemos por cada rincón de la casa y nos demostremos tanto con palabras como con hechos, el amor que sentimos el uno por el otro. Estoy tan perdidamente enamorada de él.  Siempre está en mi mente, en mis sueños, en mi realidad e irrealidad. No sé qué hizo ese hombre conmigo, pero me tiene totalmente cautivada en su corazón.

Los preparativos de nuestra boda están a la vuelta de la esquina y, en cierto modo, siento temor por varias razones. Ni siquiera llevamos medio año juntos para que nuestro amor sea  invencible, pero en estos pocos meses que hemos estado muy cerca el uno del otro, siento que cada día lo necesito más y que ya no podría vivir sin él en un futuro. Vamos caminando demasiado rápido y ese hecho me asusta de sobremanera.

Aunque nos amemos cómo lo hacemos, siento en mi pecho que en cualquier momento lo nuestro puede acabar y solo quedará como un momento irreal que vivimos y nada más. Mis miedos se habían ido hace mucho, justo cuando decidí soltarlos y me entregué a él, más no puedo dejar de sentirme nerviosa porque dentro de siete meses estaremos unidos bajo la bendición divina de Dios.

Él se ve muy emocionado y feliz con la idea, hablando de lo mucho que nos vamos a amar y de la ansiedad que ya siente porque llegue el día en el que me vea vestida de blanco y caminando hacia él. Yo me siento de la misma manera, pero antes de dar un paso tan importante como casarme con el hombre que amo, necesito cortar de raíz con lo que me ha causado tanta decepción en mi vida. Antes no me sentía preparada para enfrentar a mis padres, pero ahora todo ha cambiado y Jacob me ha hecho una mujer valiente y segura de sí misma.

Llegué al restaurante después de haber salido de la universidad, ya que tenía en mente decirle a mi novio sobre mi devuelta a casa de mis padres. Pensé que Jacob se encontraba solo en
su oficina, pero me llevé una desagradable sorpresa al ver a Susan muy cerca de él, tratando de llamar su atención mientras mi novio tenía la.vista fija sobre unos documentos.

—¿Interrumpo? — enarqué una ceja al verla acercarse un poco más a mi novio.

—Por supuesto que no, mi amor — él se levantó a toda prisa de su silla y se acercó a mí, envolviendo mi cuerpo entre sus brazos—. Te extrañé como no tienes idea.

—Dormimos juntos, nos vemos cada día y cada noche, pero es difícil no extrañarte también, mi amor — lo acerqué a mi boca, robándole un beso apasionado y dejándole en claro a esa mujer a quién pertenece este hombre—. Te deseo tanto.

—No me provoques que te hago mía aquí mismo, calabacita...

—Bueno... — Susan carraspeó y la miramos sin romper nuestro abrazo—, no firmaste todavía el contrato.

—No me convence del todo. Revísalo una vez más y cierra la puerta cuando salgas — la frialdad con la que le habla me pone como un pavo.

Lo miró por unos segundos, antes de tomar la carpeta en sus manos y salir de la oficina haciendo resonar sus tacones.

—Creo que está un poco enojada — reí, llenando mis sentidos con el aroma de su perfume.

—Me importa muy poco cómo esté — adentró sus manos por mi pantalón, apretando mis nalgas y acercándome más a su cuerpo—. Ahora mismo debo atender a mi linda esposa. ¿Por qué te pones estos pantalones tan incómodos? Con esto es más difícil tener a acceso a lo que tanto deseo.

—No seas pervertido — deslicé mis manos por su pecho, mordiendo mis labios por lo bien que se sienten sus manos masajeando mi trasero—. No hay día que no me hagas el amor, ¿no te es suficiente?

—Nunca será suficiente — me hizo sentir su erección ante la presión de nuestros cuerpos—. Siempre voy a querer mucho más de ti.

Nos fundimos en otro beso, ansiosos por seguir explorando nuestras pieles. Desde que tuve mi primera experiencia, hemos estado demasiado activos. No hay día que no me devore de pies a cabeza, haciéndome sentir que floto en las nubes.

Mi cuerpo se vio preso entre su cuerpo y la pared en una mínima fracción de segundo. Sus besos se hicieron más intensos mientras subía una de mis piernas a su cadera y presionaba su erección en mis muslos. ¿Puede ser posible que, aún estando juntos cada día, sienta tantas ganas de hacerlo de nuevo? Esa zona latente ansía sus atenciones y su sublime presencia. Él tiene toda la razón, le tomé el gusto demasiado rápido y no es para menos, pues es una adicción tenerlo en mis adentros, explorando a su gusto y haciéndome explotar en cientos de pedacitos en sus manos.

Estoy siendo una pervertida por completo, pero es que en mi mente siempre están esas imágenes de nuestros cuerpos unidos. No hay nada mejor que ser amada, tanto en un acto lleno de pasión como con una palabra que caliente el corazón. Y él tiene la facilidad de llevarme más arriba del cielo con su manera tierna y agresiva de amarme.

Justo en el momento que pensaba descender mis besos por su cuello y probar algo nuevo que hace mucho he tenido en mente y no me he atrevido por vergüenza, varios toques en la puerta cortaron toda la calentura de nuestros cuerpos. Como único nos dimos cuenta del revuelo que había afuera, fue cuando la burbuja de pasión que nos envolvía, se deshizo en el aire.

—¿Qué demonios es lo que está pasando? — inquirió, dejando caer mi pierna al suelo.

La voz de un hombre resonaba cada vez más fuerte, alterando los latidos de mi corazón y casando un mal sabor en mi boca. No había que ser un adivino para saber de quién se trataba. Jamás podría olvidar la voz del hombre que creía mi héroe, quien era el más importante en mi mundo y el único capaz de hacerme sentir maravillosamente amada. Pero ¿qué hace mi padre acá y haciendo tal escándalo?

Vi a Jacob acomodarse el pantalón y respirar hondo antes de darme un beso en la frente, como queriendo decir que todo iba a estar muy bien.

—Quedate aquí y no salgas, voy a solucionar esto de una vez por todas...

Sus palabras quedaron en el aire cuando la puerta de la oficina se abrió de par en par, dejando ver a ese hombre que amaba con todas las fuerzas de mi ser y que tanto me decepcionó. Se veía fatigado, enojado e incluso muy descuidado. Mi padre jamás se había dejado crecer la barba ni mucho menos había permitido que su cabello reflejara su edad.

Él no se fijó en nadie más que no fuera Jacob. Sus ojos reflejaban una furia indescriptible. A grandes pasos, se acercó a nosotros y lo tomó del cuello, apretando sus puños y acercándolo a su rostro. Quedé sin palabras ante su comportamiento, mi padre nunca había sido un hombre violento.

—¿Cómo te atreves a jugar conmigo, maldito bastardo? Devuélveme todo lo que me quitaste — rechinó los dientes—. Creí que eras un hombre de palabra, pero me equivoqué.

—Suegrito, ¡qué grata sorpresa nos ha dado con su presencia! — se soltó de su agarre con gran facilidad y se acomodó el cuello de su camisa, esbozando una sonrisa ladeada—. ¿No estás sorprendida ante la visita tan inesperada de tu padre, mi amor?

Mi padre desvió la mirada a mí lentamente. Su mirada, aunque reflejaba irá contenida, una chispa de tristeza surco en ella. Trató de acercase a mí, pero me alejé de él al salir de mi asombro.

—Mi amor...

—¡No me toques! — grité, conteniendo las ganas de romper en llanto—. No te atrevas a acercarte a mí.

—¿Qué has hecho con mi hija, desgraciado? ¿Por qué está actuando conmigo de esa manera? ¿Qué mierda le dijiste sobre mí para que me rechace? — frunció el ceño, dando pasos cortos hacia mí—. Soy tu padre, mi amor. ¿Qué pasa?

—¿Qué pasa? — reí con amargura—. Eres un caradura al presentarte frente a mí y preguntarme tal cosa.

—Hija, yo... sé que te hice una promesa, pero no ha sido sencillo cumplirla ya que este maldito desgraciado no solo me engañó desde un principio, sino también me dejó en la maldita calle al quitarme todo — sus ojos se llenaron de lágrimas, pero si no conociera la verdad detrás de su mentira, hubiera sido capaz de remover mi interior—. Pero te juro que voy hacer hasta lo indecible para que vuelvas a hacer una mujer libre.

—No puedo creer que tengas el descaro de seguir mintiéndome en la propia cara — lo encaré, dando un paso hacia él—. Deja de actuar que ya no creo en tu falso teatro, papá.

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora