i'm here to ruin you

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Park Jimin no dejaba de repetirse la misma cosa una y otra vez. Esto es un error, una pesadilla, yo no debería estar aquí, esto es un error...

Contenía fuertemente sus lágrimas mientras un guardia mucho más alto que él lo dirigía a su celda. El lugar en el que viviría a partir de ahora... al menos hasta que su juicio se llevara a cabo.

Jimin caminaba con la mirada en el piso, tratando de ignorar todas las descaradas miradas que los internos le lanzaban, al igual que unos cuantos ladridos y palabras que hacían que se le revolviera el estómago.

—Aquí —dijo el guardia, deteniéndose frente a una celda en el segundo piso, la B-22.

El guardia abrió la puerta con una tarjeta y lo primero que Jimin vio fue a dos jóvenes sentados despreocupadamente en lo alto de sus respectivas literas, viéndose frente a frente y jugando a lanzarse lo que parecía ser una pelota pequeña. Los dos se giraron al mismo tiempo, y Jimin evitó a toda costa hacer contacto visual con alguno de ellos.

—Kim, Jeon —dijo el guardia con voz grave—. Este es Park, su nuevo compañero de celda. Recíbanlo y enséñenle cómo funcionan las cosas aquí. —Le dio un empujón a Jimin para obligarlo a entrar, y el chico rápidamente eligió una de las camas de abajo al azar—. Y más les vale no tocarle ni un pelo si no quieren llevarse otra paliza.

Jimin tragó saliva pesadamente cuando la puerta volvió a cerrarse y el guardia desapareció tras ella. El joven dejó sus pertenencias en la cama que eligió y se sentó abrazando sus piernas, queriendo llorar aún más fuerte.

Los dos internos se lanzaron una mirada cómplice desde lo alto de las literas, decidiendo darle la bienvenida a su nuevo compañero.

Su corazón empezó a bombear rápidamente cuando escuchó dos pares de pies golpear contra el suelo, y luego dos cuerpos aproximándose a él.

—¿Qué, no piensas presentarte? —dijo uno de ellos en tono burlón—. ¿No tienes modales, Park?

Jimin sentía todo su cuerpo temblar de miedo.

El otro recluso, que tenía una voz más grave, se sentó junto a él como si nada, posicionándose demasiado cerca suyo.

—¿Cómo te llamas, bonito? —preguntó mientras pasaba un largo dedo por su mejilla, como si tuviera todo el derecho de tocarlo.

Jimin apartó el rostro de inmediato y tomó el valor para mirarlos a ambos. El que estaba junto a él tenía una de las miradas más intimidantes que había visto en su vida; facciones perfectamente equilibradas y la mandíbula definida. El otro, que estaba parado justo frente a ambos, tenía un brazo lleno de tatuajes y piercings en las orejas, ceja y labio. Honestamente, parecía que ambos no tendrían problema en romperle la cara si él no cooperaba.

—J-Jimin —balbuceó, sin remedio.

—Mmh. ¿Y por qué estás aquí, Jimin? —preguntó el de tatuajes, mirándolo fijamente—. Tienes una carita de ángel que nadie se esperaría encontrar por aquí.

Jimin abrió la boca para responder, pero de ella no pudo salir nada y volvió a cerrarla. Las lágrimas se acumularon en sus ojos y le nublaron la vista.

—Seguro fue un error, ¿no, bonito? —se burló el que estaba a su lado—. Es lo que a todos nos pasa. Seguro alguien como tú no debería estar aquí, rodeado de verdaderos delincuentes, ¿ah?

Ambos empezaron a reírse, y Jimin solo se sentía más y más pequeño.

—Mejor empieza a hacer tu cama antes de que uno de estos mierdas venga a hacer la revisión nocturna —le advirtió el tatuado—. Soy Jungkook, por cierto. Y él es Taehyung.

It's dangerous, so it's better | vmkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora