Epílogo

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Izan

Astor continúa hablando, explicando aquel plan que pensó. Usa las manos, acompañando cada oración, como cada vez que habla de un tema que le apasiona.

Cada vez que se le ocurre algo nuevo para el clan me llama para pedirme mi opinión. Yo se que no la necesita, pero a él parece dejarlo más tranquilo. Según Kai, tiene complejo de hijo conmigo, y que me ve como una figura paterna. A mi hermanito le costó bastante el tema de nuestra separación, dado que ahora vivo en otro país.

Sin embargo los cinco hermanos seguimos con nuestras reuniones semanales, para hablar como lleva cada uno la vida. Es una forma de sentirnos más cerca.

- ¿Y? ¿Qué opinas? - pregunta. Me observa expectante.

- Opino que... me parece estupendo. - respondo.

Resopla con fastidio. - Siempre das la misma respuesta.

Río. - ¡Es que todo lo que se te ocurre me parece genial! - me excuso. - Creo que eres el mejor líder del clan Marshall. Y el consejo que te doy siempre es el mismo... sigue a tú instinto, y no tanto la cabeza. Más sentimiento, menos racionalidad. - hago una pausa. - No le digas a los demás que he dicho que eres el mejor, o los tendré a todos aquí poniéndome las quejas.

- Tú sí que sabes levantarme el autoestima, cabrón. - menciona divertido. - Gracias. - susurra.

- Bien. ¿Eso es todo? - pregunto. - Me gustaría regresar a mis vacaciones. Solo te contesté porque pensé que me llamabas para despedirte antes de partir a una vida mejor.

Ríe. - Si, es todo. - responde. - Lo siento.

- Te llamaré cuando vuelva, ¿sí?

- Está bien. Disfruta tus vacaciones.

Y dicho eso, corto la llamada.

Tomo la taza que está a un lado de la notebook, y le doy un último trago al café que me preparé antes de empezar con la reunión, para luego volver a apoyarla en la mesa. La casa se encuentra en completo silencio, y eso me inquieta por lo ajeno y extraño que me resulta.

Me paro de la silla y me encamino hacia la enorme pared vidriada, con vista al mar. Es un día nublado, y con algo de viento, pero aún así adoro este clima. Son mis favoritos.

Se me forma una enorme sonrisa automática al distinguir a mi esposo, junto a nuestro pequeño hijo jugando en la playa. Ambos llevan la misma hoodie a juego, mientras el mayor persigue a Mushito, como lo apodamos. No estoy cerca, pero de todos modos puedo oír sus risas en mi cabeza.

Verlos a los dos es algo que siempre consigue que se me desborde el corazón de amor. Y me lleva a preguntarme cómo es posible que se ame tanto a una persona.

Toda mi vida me he rodeado de fuertes presencias masculinas, que han sido grandes padres. Aun así, cada día no dejo de sorprenderme al ver a Atlas como padre. Me conmueve y me llena de una alegría inmensa ver la devoción que tiene con nuestro hijo. Y confirmo cada día que no podría haber elegido a alguien mejor con quien formar nuestra familia.

Conocer su pasado, y saber cómo ha sido su padre con él y sus hermanos, y que Atlas se haya convertido en todo lo contrario, es algo que me llena de orgullo.

Estoy casado con el mejor hombre que conozco. Es un gran jefe para nuestro clan. Y un mejor padre para nuestro hijo.

Atlas alza la cabeza y sus ojos se posan en los míos. Y cuando pensé que su sonrisa no podía ensancharse más, me dedica una que le abarca todo su bello rostro. Alza la mano y me saluda. Le devuelvo el saludo, también sonriendo ampliamente.

El legado de la Mafia (Mafia Marshall V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora