Digno

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—¿Cómo te llamas? —pregunté por medio de telepatía al chico al haber terminado de beber. Me era incapaz hablar como él lo hacía. De mi boca solo salían ruidos y bufidos de serpiente. Sin embargo, conservé el don de la telepatía.

Él se sorprendió al oír mi voz haciendo eco en su cabeza. Observaba hacia la nada, tratando de buscarme con el oído. Mis serpientes se quedaron calladas. Sus pensamientos oscuros también dejaron de resonar en mi cabeza.

—Helena me llamaba Dámaso —respondió él de manera inocente jugueteando con sus dedos.

—¿Helena era tu hermana? —pregunté para conocerlo más. Me reconfortaba hablar con alguien, a pesar de que solo sea por pensamiento y no por mi boca.

—No. Ella solo cuidaba de mí. Era muy buena conmigo.

Guardé silencio. No sabía como continuar con la conversación. Hacía siglos que no lo hacía. No siempre encuentras a un humano ciego inmune a tu maldición en tu cueva para hablar sobre su vida.

—¿Cómo perdiste la vista? —me atreví a preguntar.

El joven guardó silencio a igual que yo hace algunos instantes atrás. Dió un suspiro de derrota.
—Me cegaron en una pelea injusta. Íbamos a pelear a puño limpio, como verdaderos hombres. No contaba que llevaría una cuchilla oculta en su toga y la usaría para quitarme la vista y la oportunidad de vivir dignamente.

5. Los ojos de la muerte [BG #5] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora