Capítulo 4

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Marinette:
Al abrir mis ojos, vi a Alya parada frente a nosotros, observándonos con una tenue sonrisa en el rostro.

—Alya, lo siento, no te vi—me disculpé, rogándole al cielo porque aún no me odiara.

—Tranquila, es la primera vez que te veo acercándote a alguien—dijo ella, con un tono de voz dulce—En verdad, luces como que necesitas muchos abrazos.

—Hija, hay una bandeja con galletas, croissants, y macarrons, puedes llevarla a tu habitación, para que estén más cómodos, y en privado—anunció mi papá.

—Yo pude haberlo hecho, papá—dije, un poco avergonzada—Ya es suficiente con que me hayas dejado salir antes para prepararme para las visitas.

—Hija, el dinero no es todo lo que importa, ¿vale? Mamá necesita que estés bien, para estar bien ella...

—Papá...

—Iré con mami—dijo, y besó mi frente—tú, por un día, dedícate a ser solo una niña de 15 años, ¿vale?

—Vale—dije, y respiré profundo—Chicos, pasen.

Mis amigos me siguieron hasta mi habitación, y cerré con seguro. Me senté junto a ellos, en el suelo, mientras ellos observaban mi desordenado cuarto.

—Entonces, es cierto, sí tienes una boutique en línea—dijo Alya.

—¿Quién te lo dijo?—le pregunté, sorprendida—Yo no le conté a nadie.

—Reconocí tus diseños en un sitio web. Intenté llamarte y decirte que creía que alguien los había copiado, pero me tenías bloqueada del celular—explicó.

—Por esto es que te bebes dos y tres latas de bebidas energéticas al día—comentó Adrien—En las tardes, trabajas en la panadería, y en las noches, te dedicas a esto...

—Yo... creo que debería iniciar por disculparme por la forma en la que los traté—comenté.

—Más bien, deberías empezar por decirnos qué ocurrió contigo—dijo Alya—cambiaste de la noche a la mañana.

—Yo... un día antes de empezar a portarme como una cretina con todos... descubrí algo, algo muy doloroso, y creí poder hacer algo al respecto, si trabajaba duro y dedicaba toda mi energía—cerré mi puño, al sentir la impotencia de poder hacer tan poco por mi madre—pero la forma en la que se están dando las cosas... odio poder hacer tan poco por ella...

—Mari, no te estamos entendiendo—dijo Alya, confundida, pero Adrien sí parecía hacerlo, por la forma en la que me estaba mirando.

—¿Tiene que ver con la razón por la cual tu mamá ya no está trabajando con tu papá en la panadería?—preguntó Adrien—¿Acaso ella está enferma y requiere un tratamiento demasiado costoso?

Me quedé sorprendida al ver como este chico había descifrado casi todo lo que tenía que decir. Solo asentí, y en el momento, me quedé sin palabras.

—¿Qué tiene tu mamá?—preguntó Alya, conmovida.

—Es... un problema en los riñones—expliqué—Necesita un transplante, y un tratamiento de diálisis... a penas nos alcanza para las diálisis.

—¿Qué tan costoso es el tratamiento?—insistió Alya.

—Entre el transplante y las diálisis... unos 90,000 euros—suspiré—pensé que podía llegar a la cantidad, y salvar a mi mamá, si dejaba todo de lado, y trabajaba todo el tiempo... Creí que no entenderían por qué yo ya no podía pasar tiempo con ustedes...

—Por supuesto que te íbamos a entender—dijo Alya, y me abrazó con fuerza—Te íbamos a apoyar... ¿por qué no nos dijiste antes?

—Porque no quería que sufrieran conmigo...

My Reason to SurviveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora