Cαpı́tulo 10

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Vegetta fue al gimnasio una vez que hubo apartado suavemente a Quackity de su regazo e hizo como por lo general hacía: pensar con sus puños. Aporreó el saco de arena como si le fuera la vida en ello y meditó. Su cólera por las acciones de Auron casi abrumó todos sus otros pensamientos, incluso lo que acababa de pasar en la celda entre el menor y él. Lo había permitido, por tanto, ¿no tenía que pensar demasiado estrechamente en el hecho de que acababa de compartir un beso con otro hombre?

Auron. Estaba seguro de que había violado a Quackity para joderlo a él. Era un desafío directo, lo sabía. Ya no era sobre las cuestiones de Auron con la sexualidad del menor. No, Auron había movido ficha. ¿Qué iba a hacer Vegetta al respecto? La respuesta era simple.

Iba a cortarle la garganta y deleitarse con ello. Entonces se detuvo un momento con esos pensamientos.

Si asesinaba a Auron, estaría aquí el resto de su vida. ¿Era esto lo que quería, aunque apenas pensara sobre el futuro para contemplar su liberación? No, no podía matar al castaño, por tanto, ¿qué podría hacer?

Mutilarle severamente añadiría más años a su condena también, pero entonces otra vez, tendrían que demostrar que Vegetta lo había hecho y ¿qué individuo de ahí realmente se levantaría y hablaría en contra de él?

Su mente volvió de mala gana, pero masoquistamente al propio delito. ¿Dónde había violado Auron a Quackity? Quizás fue aquí otra vez, en la despensa donde nadie oiría sus gritos de socorro. Imaginó a los dos compinches reduciendo al menor justo como antes y se preguntó si Auron al menos había usado un condón o se había corrido dentro de Quackity.

Visualizó a Quackity quieto y usado sobre la mesa una vez que se hubo cometido la violación, con Auron riéndose detrás de él mientras se recomponía la ropa.

Golpeó el saco de arena más y más fuerte hasta que sus manos empezaron a dolerle y el sudor empapaba su cara.

— Oye... —Escuchó una suave voz y volvió la cabeza para ver a Lolito. — Me alegra verte de nuevo, colega.

Vegetta saludó con la cabeza bruscamente y siguió golpeando el saco.

— Para un minuto. —La mano de Lolito se apoyó ligeramente en su bíceps.

Vegetta lo hizo de muy mala gana, respirando pesadamente, limpiándose el sudor de su frente con el brazo.

— Sé lo que pasó mientras estuviste en el agujero. Supongo que esto es por lo que aporreas el jodido saco de arena y finges que es el cerdo de Auron.

Vegetta apretó los dientes. Estaba tan enojado que cualquier palabra que dijera saldría como un rugido furioso y había presidiarios expectantes alrededor y a la espera de algún jugoso chismorreo.

— Espera la revancha. No lo mates, hombre, no vale la pena.

— Lo sé. —Gruñó Vegetta finalmente. — ¿Saben todos lo que le hizo a Quackity?

Lolito afirmó con la cabeza.

— Fue en las duchas. Había bastantes testigos.

Las duchas. Vegetta podría haberlo adivinado. El primer lugar donde Auron había amenazado a Quackity. Tuvo una primera visión de la cara de su compañero de celda contra los azulejos mientras Auron se enjabonaba toscamente.

Se sintió muy enfermo, creía que vomitaría. Retrocedió y se hundió en el banco detrás de él, fulminando con la mirada a dos tipos que estaban cerca mirando y susurrando.

— Sí y estoy seguro que ninguno de aquellos testigos intervino, ¿verdad?

— Mangel trató de hacer algo, pero Auron tenía cinco o seis de su cuadrilla allí y lo molieron a golpes.

Ah, ahora era doblemente personal. De todos los individuos de aquí, nadie debería joder con el amanerado interiorista que tenía más moralidad que cualquier tipo de mierda de este jodido agujero.

— Voy a matarlo. —Dijo con tono inestable. — No me preocupa lo que me hagan. —Se levantó, otro pensamiento lo detuvo y se volvió atrás. — ¿Se turnaron con el chico?

Lolito pareció dudar.

— No lo sé.

— No te creo.

— En serio. —Lolito evitó la mirada fija del mayor. — No lo sé. Déjalo estar.

(...)

Era la hora de la comida y Vegetta hizo su camino hacia el comedor. Allí en la misma mesa que había estado hace tres días estaba Grefg, sonriendo con obscena satisfacción. Tenía una sutura en la frente con puntos por quitar, resultado de la gran pelea que tuvieron.

— ¿Cómo está tu pequeño novio? —Preguntó con tono agudo.

Vegetta lo observó y luego pasó el pulgar sobre su hombro en el momento que Quackity entraba por el pasillo.

— Pregúntale tú mismo. —Refunfuñó y empezó a caminar con su bandeja.

Grefg esperó hasta que Quackity hubo tomado su bandeja de la ventana y hubiera dejado la fila y antes de que se marchara.

— Oye, cariño. ¿Cómo está tu culo? Escuché que Auron te dio el mejor momento de su vida.

Vegetta dejó caer su bandeja en una mesa cercana y se sentó con la mandíbula apretada, agregó mentalmente al moreno a su lista de la gente que quería matar.

— Ten por seguro que lo hice. —Auron empezó a meter cizaña dos mesas por detrás antes de que Quackity pudiera contestar. — Esa pequeña zorra gritó por más. Su dulce y pequeño culo estaba muy hambriento y ansiaba más y más.

Vegetta arremetió contra la mesa ciego de la rabia.

— Siéntese, De Luque. —Sonó una voz al instante detrás de él, y una mano fuerte agarrando su brazo. — A menos que quieras volver al agujero.

Vegetta se dio vuelta y se encontró con uno de los guardias, uno de los oficiales más justos de ese lugar, un tipo llamado Alexby.

Cuando Auron gritaba sobre su delito para que todos lo oyeran, ¿Estaba eludiendo las consecuencias?

ANĐ SØ IS ŁØVE [V&Q]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora