Con Las Manos En La Masa

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—Buenos días, señor repostero, ¿cómo está usted? —preguntó la señora Ava Scott, mientras cruzaba el umbral.

Afortunadamente, me encuentro bien señora Scott, ¿en dónde está su mucama Lauren? Y ¿a qué debo el honor de su visita?

—Lauren esta donde la modista, le encargue que fuera a recoger un pedido. Veras, el día de hoy cumplo cincuenta años de estar casada con mi esposo Damián y vine a encárgate una torta de seis niveles, con sabor a canela, y adicional me das dos postres de arequipe, puesto que Damián es alérgico a la canela. Pero eso sí, en el momento en que prepare la masa del postre me dices, ya que a Damián no le puede quedar ninguna partícula de harina; puesto que si ingiere un pedazo lo más seguro es que se ahogue y eso sea la causa de su muerte, por concílienle, permítame amasarla para así tener la certeza de que todo saldrá a la perfección y no tengo que planear un funeral.

—Por supuesto, señora, cuente con eso, es más, si desea espéreme un momento, voy a la bodega, traigo los materiales y empezamos la mezcla, si gusta puede lavarse las manos en el tocador —sugirió el panadero.

—No hace falta, traigo desinfectante conmigo.

Para hacer una mezcla en la cual todos sus ingredientes se integren se debe hacer con amor, con paciencia y dedicación, para así poder que todos sus sabores sean exquisitos para el paladar, sentir como las manos se posan en la tibia masa, pero me imagino que usted conoce a la perfección estos secretillos, así que no creo que una anciana como yo deba de darle consejos al mejor panadero del condado. Dijo Ava mientras retiraba sus manos del tazón —Puede seguir tranquilamente con su trabajo, confío plenamente en sus habilidades; debido a que las ha heredado de su difunto padre. Cuando termine el pedido, no se le vaya a olvidar llevarlo a la mansión antes de las siete, porque después de que finalice la eucaristía se llevará a cabo la celebración.

—Tranquila señora Scott, para las siete tendrá el encargo.

—Infinitas gracias —replicó ella y se marchó.

Después de que Ava se hubiese ido de la repostería, se encontró con su criada en la modistería.

—Señora ¿por qué se ha demorado tanto? —pregunta Lauren— Miss Leonor la necesitaba para tomarle las medidas.

—Ahh, es que he tenido un percance con el repostero, me dijo que no podía hacer la entrega a las siete, así que le ofrecí dinero de más y el desgraciado no vacilo en aceptarlo. Pero bueno, para lo que estamos aquí. Miss Leonor, quiero que mi vestido encaje con mi cintura a la perfección y que los pechos se me marquen, un corsé de varillas finas, detalles brillantes, que sea de color como la noche y por favor: que sea lo más pomposo posible. ¿Tomó nota de mis peticiones?

—No se preocupe, señora Ava, estoy acostumbrada a satisfacer los caprichos de mis clientes con sus peticiones —expresó la modista.

—Leonor, vamos, vamos, el día nos tiene que rendir.

—Apresuradas las dos mujeres salen a la calle.

—A estas horas las personas que están encargadas de la decoración deben de ir terminado, mi esposo esta por irse a jugar criquet con sus amigos. Lo que necesito ahora es un regalo para él, así le puedo agradecer todos los años que he pasado a su lado, las incontables noches de pasión y como fruto de ello nuestros diez hijos. Jmmm, ya lo tengo —los ojos de Ava se iluminaron como diamantes— nos iremos de luna de miel.

—Que buen regalo señora.

—Vamos al puerto para decirle al capitán Smith que contrataré su servicio para ir al continente, una vez terminada la reunión podremos zarpar.

Así tal cual se hizo, la señora Scott le dio por adelantado al capitán mil libras.

Cuando llegaron a la mansión efectivamente estaba decorada; estatuas de mármol a la entrada, cortinas de diamantes que descendían de los vitrales, las flores más exóticas que se puedan imaginar, pavos reales en el jardín principal y muchas otras cosas más.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2022 ⏰

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