♡《 Capítulo 18》♡
Eres mia.El pasillo blanco, depurado. Las piernas tensas de Angela esperaron con paciencia a Easton que le extendió su mano de forma suave para ser tomada. Los dedos palidos sobre los suyos y con una sonrisa suave se la llevó hasta una habitación estallada en blanco, donde le apuntó a una camilla que se recostara. Ella se sintió como un conejillo de indias mientras le preguntaba sus detalles más íntimos.
Cuando pidió que se bajara la ropa interior fue algo incómodo, en verdad dificultoso para ella. Dudo y él con suavidad le sonrió — Ahora solo somos doctor y paciente.
Terminó por convencerla y apoyó ambos pies en el soporte para piernas, sus brazos en el apoyabrazos y la cabeza inquieta trataba de ver que tanto hacía allí abajo — ¿Qué harás? — Tuvo miedo.
—Relájate— Sostenía el espéculo en su mano y al ver que ella relajó sus músculos, lo introdujo con cuidado —Tomaste lo que te di ¿Verdad? — La chica asintió y bajó la cabeza.
Easton tomó la anestesia y preparó la jeringa sacando el exceso de aire cuando ésta soltó un poco de líquido. Al inyectar el ardor, picor y dolor le caló hasta los huesos haciendo que se retorciera un poco. Sus manos se aferraron a la camilla, hundía los dedos tanto como era posible. Él comprobó que no sintiera absolutamente nada. Introdujo un montón de instrumentos que iban y venían. Sus labios se apretaron mientras lo hacía. Sus lágrimas se deslizaron —Soy una asesina ¿No es así? —Él apoyó su mano en la de ella para suavizar su vista y negar.
Ni siquiera podía mirar con exactitud, pero a pesar de no sentir ningún tipo de dolor la molestia continuaba, raspaba sus paredes interiores.
Parecía una eternidad aquello que él andaba haciendo sin dejar nada de tejido. Saco la legra —Es todo— Fue suave y de forma final retiró los instrumentos que quedaban. Ella se sentía terrible. Él le dio algo para el dolor y la ansiedad diciéndole que podría tener un poco de sangrado, pero no podía ser demasiado, de lo contrario debía volver de inmediato. La abrazó un rato dejando que se recostara en un sofá que tenía al otro lado del consultorio; había comida en el mesón. Angela comió y bebió de aquello terminando por llevarse a la boca la última cucharada de pudín.
—¿No volveré a tener hijos? —Se sentó en el sofá con las piernas plegadas a su cuerpo.
—Estarás bien—Le acarició los cabellos rubios y ella se derrumbó en las piernas de él para dormir. Repetía movimientos con las yemas en los bucles que se formaban y después de una hora intercambió su cuerpo por unas mullidas almohadas para que descansara lo que restaba de día. Como ese dia lo ocupó completo para Angela se quedó detrás de su escritorio revisando expedientes y demás. Las pesadillas parecían algo frecuente en sus sueños porque no paraba mover sus pupilas bajo los párpados cerrados y removerse de un lado a otro.
Cuando despertó era la luz del ocaso la que golpeó sus ojos, buscó a su hermano en la penumbra anaranjada que leía suave y este levantó su vista —Buenas tardes, dormilona —dejó su asiento y camino para revisar su estado que parecía favorable. Una pequeña mirada de dolor alertó a Easton de que debía darle más analgésicos.
Antes de irse le entregó un frasco de vidrio con pastillas — No vuelvas a hacer algo como dejar de tomarlas—Las metió en el bolsillo de ella.
—Si.
Su hermano le besó la coronilla, luego levantó su mentón para ver sus preciosos ojos azules —Prometelo.
—Te lo juro.
Los cólicos se terminaron en cuestión de unos días y tomaba cada pastilla como un ritual necesario, sin olvidar ni un segundo su culpa al hacerlo. La acompañaría el resto de su vida y estaba claro que se equivocó. Tenía suerte de no estar en una etapa muy tardía de embarazo.
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Limerencia
RomanceLa limerencia es el estado mental involuntario que resulta de una atracción romántica hacia alguien en el que se siente una necesidad obsesiva. La maldición de los Roldvalt, los condena a que todo amor profundo sufra una terrible muerte. Hasta que u...