Capítulo 1 - El comienzo de todo

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Era una mañana tranquila como todas en la ciudad de Kioto, Japón. Con algunos pájaros cantando y uno que otro perro ladrando a los desconocidos que pasaban por su territorio.

Nos encontramos en la escuela secundaria Kunugigaoka, una de las escuelas más prestigiosas y más conocidas del lugar. Más exactamente en el campus principal del instituto, donde se encontraban varios adolescentes reunidos, con el único fin de burlarse de un estudiante en general.

Las risas de todos los estudiantes se escuchaba en el lugar, incluyendo burlas e insultos para la persona burlada.

Karma Akabane, ese era el nombre de aquel estudiante.

Aquel chico que alguna vez fue temido por todos, incluso por los mismos maestros y directivos. Aquel chico que anteriormente tenía la reputación de un delincuente juvenil. Aquel chico que siempre se mostraba con un aura orgullosa y seguro de si mismo.

Claro, esta era la excepción.

Ahora aquel adolescente que antes era temido, se encontraba caído de rodillas mientras lloraba sin consuelo a la vista de todos, escuchando las risas y burlas de los demás, que simplemente lo afectaban más.

No entendía como todo había cambiado, sí todo inició como cualquier día, pero si sabía quién era el responsable de aquello.

Gakushū Asano.

Él había sido el causante de que Karma terminara de aquella manera, y todo sólo por una "pequeña" venganza según sus palabras, sólo por una broma que el pelirrojo le había hecho hace aproximadamente una semana.

¿Qué tan infantil llegamos a ser las personas?

¿Qué tan crueles somos como para lastimar a alguien más?

¿Por qué nunca pensamos en las consecuencias?

Gakushū había hecho una gran investigación indagando sobre los miedos y debilidades de Karma, exponiéndolo de tal forma que pareciera un cobarde a pesar de no serlo.

Gakushū Asano finalmente había logrado cumplir su mayor objetivo, el cual era humillar y destrozar a Karma a como diera lugar.

Lo que no sabía era que todo tenía un costo en esta vida, una deuda que no siempre puede ser saldada al instante, y lo que conlleva al caos, ya sea un caos implicando lo material, o lo emocional.

Simplemente era un pequeño costo, que pronto él y toda la escuela tendría que pagar.

Gakushū se encontraba viendo todo desde una esquina, con una mirada y sonrisa llena de satisfacción, al haber cumplido de la mejor forma su mayor objetivo, eso sí, no esperó que su rival terminaría por salir corriendo del lugar, yéndose del instituto para ir a un sitio desconocido para todos.

Esperó muchas reacciones realmente, pero jamás esa. Claro, no estaba preocupado en lo más mínimo.

- Seguramente se le va a olvidar - Pensó con tranquilidad mientras se dirigía al interior del edificio principal, esto mientras comenzaba a escuchar las burlas y murmullos sobre Karma.

Mientras que eso ocurría, no muy lejos de ahí se encontraba Karma. Éste estaba corriendo por las calles evitando chocar con algunas personas que pasaban cerca, tratando también de limpiar inútilmente sus lágrimas que sólo nublaban su visión, aunque no se les veía con la intención de cooperar.

La gente que lo veía le dirigían miradas de lástima, con pensamientos de que tal vez aquel adolescente había sido terminado por su novia, que perdió algún ser querido e incluso que llegó a reprobar alguna materia, este último pensamientos debido al uniforme y la mochila que traía consigo.

No se podía estar más equivocado.

Por el lado del chico, se sentía totalmente destruido, con su orgullo y ego debajo del suelo, con su máscara irreconocible y con su nueva vida hecha pedazos.

Siempre se esforzó para ocultar sus debilidades e imperfecciones, tratando de olvidar su pasado para crear una nueva vida donde él era diferente, donde él era el que estaba arriba.

Donde él no podía ser herido.

Esa era una de sus razones para fingir ser una amenaza, para fingir ser fuerte y peligroso, demostrando que sin importar quien fuera él siempre saldría victorioso, porque de esa forma nadie se metería con él, pero había olvidado una cosa.

Y era que no podía haber dos personas en la cima.

Cuando llegó a su hogar se derrumbó ahí mismo, recargando su espalda contra la puerta principal de la casa, mientras iba cayendo lentamente al piso hasta terminar sentado, abrazando sus piernas y acercando a estas mismas a su abdomen.

- No otra vez, porfavor - Suplicó sollozando mientras ocultaba su rostro en sus piernas - Porfavor, no - Sollozó.

Odiaba llorar, porque lo hacia revivir aquel pasado al que tanto temía, porque no le gustaba sentirse débil, no le gustaba descubrir que después de tanto tiempo, seguía siendo la misma persona débil que nunca podría protegerse.

Él nunca se consideró fuerte, en ninguno de los sentidos, porque sabía que siempre habría alguien mejor que él y eso lo sabía mejor que nadie, por esa misma razón creó su máscara, para que las demás personas creyeran lo contrario y así poder escapar de alguna forma del dolor emocional que siempre llegaba.

Pero ahora ya no habría nada que hacer, porque todo se fue al caño desde el momento en el que entró al instituto ese día.

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