28. Lesbiana

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—¿Has besado a una chica? —indagó sorprendida Gennita

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—¿Has besado a una chica? —indagó sorprendida Gennita.

—Ah, sí —respondió incómoda August.

Un silencio sepulcral quedó en la cena, durante los próximos diez minutos nadie soltó ni un suspiro, el máximo ruido que se podía escuchar eran los tintineos de cubiertos chocando contra los platos de porcelana. Me sorprendió lo "bien" que se comportaban los niños, es decir, la actitud madura y calmada que demostraban.

Tampoco es que fueran a quemar la mesa mientras sus aparatos electrónicos los consumían, pero me resultó curioso. No recuerdo mucho de qué hacía a su edad además de corretear el castillo con Sherman.

—¿Qué poder político tendrás cuando seas reina? —indagó el más pequeño de los chicos, Milo.

—Hmm...

—No planea ser reina. —Sherman respondió por mí.

Respiré hondo, fue como si soltara un gran peso.

—De hecho, no lo sé aún, para eso debería mi hermana renunciar a la corona, o mi madre —le expliqué haciendo formas con mis manos y con bastante entusiasmo, como si le hablara a un bebé como he hecho con ellos toda mi vida—. no lo suficiente para dirigir el país, pero sí el suficiente para causar una revolución.

—¿Crees que en algún momento la monarquía deje de existir? —contribuyó August.

—No —esta vez, fue el mismo niño quien respondió por mí—. el turismo por el castillo, el dinero que genera la realeza y su imagen pública es indispensable para que el país se mantenga como es. —luego de esto, se llevó un trozo de carne a la boca.

—Qué inteligente eres. —lo animé.

—No es inteligente, está loco. —bromeó Gennita.

—Eso me recuerda a alguien —dije en voz baja, automáticamente se encendió mi teléfono.

Quizás sí debí darle mi número a Shered.

—Voy a traer más hielo —informé al levantarme de la silla—. ya vuelvo.

—Te acompaño. —ofreció August.

Sherman hizo contacto visual conmigo al instante, luego pasó a ella, solo se relajó cuando le di una sonrisa de labios sellados afirmando que estaría bien.

Bajamos las escaleras en silencio, era extraño volver a caminar al lado suyo. Recordaba vagamente como era hacerlo cuando la conocí, ya no estiraba el cuello para verle a los ojos porque no me interesaba lo más mínimo como me mirase. Ya no tenía ni una sensación de seguridad mas tampoco de pequeñez junto a ella, no hablo de lo físico, me sentí a su par y a la vez, como una extraña que solo se la ha cruzado.

August abre el refrigerador, el hielo que tenemos es demasiado grande. Tendremos que darnos un tiempo para cortarlo y así transportarlo hasta arriba.

No puedo separar a August de Amelié, en mi cabeza se veían como siamesas, sin embargo ella ahora está completa y verla sin ese "apoyo" se siente frío. Sin alguien —aunque sea esta una pésima persona— que brinde el color cerca suyo, es solo una chica linda callada, tranquila y tímida.

Si ellas quisieranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora