Aina Ivanova
El tiempo se termina y yo no he tomado una decisión, no he encontrado aquello que haga cambiar de opinión a Abdel. Han pasado tres días, los días más estresantes para mí. El rechazo de Abdel, la coronación de la falsa reina y la alianza. Todo en mi cabeza es un caos.
Quisiera regresar al pasado, justo en el momento en que vivo felizmente con mi esposo, quien hace días no sé nada de él, he desaparecido y no sé qué caos creo el haberme ido.
Para despejar mi mente tomo la decisión de salir a caminar por la piscina, es al aire libre, el frio y fresco aire de la noche me ayudará a relajarme. A pasos lentos y pretenciosos salgo de la gran estructura y voy a mi destino, a lo lejos me encuentro a unos hombres armados haciendo guardia al castillo las veinticuatro horas. Al verme no me retienen, dejan que camine con tranquilidad, así fue como lo ordeno su sultán, para después seguir con su camino.
Al instante el fresco aroma del jardín me recibe. Respiro profundamente, al instante me relaja y dejo salir el aire en un suspiro de alivio.
El agua fría de la alberca se mueve con ligereza, no hay tormenta, lluvia o viento que la altere. Por un momento quisiera ser el agua.
«Deja de pensar por un momento Aina», me recrimino.
Le hago caso a mi pensamiento y dejo de pensar por un momento. Me dirijo a una de las sillas que rodean la gran piscina; me siento y contemplo la tranquilidad del agua dejando que me transmita su paz.
Cierro los ojos por un momento y pongo la mente en blanco.
«No quiero pensar en nada, ni en nadie.»
El silencio me envuelve y la tranquilidad, hay una hermosa paz en mi mente que hace llevarme al nirvana.
—Malakti...¿Qué haces sola a estas altas horas de la noche? —la voz masculina del marroquí interrumpe mi paz.
De inmediato abro los ojos y me encuentro con el masculino hombre de ojos azulados como el mar intenso. Endurezco la espalda y lo miro, como la fuerte mujer y valiente que aparento ser.
—Salí a tranquilizarme. Adentro hace bastante calor —le recuerdo que estamos tierras calientes; temperatura a la que no estoy acostumbrada.
—Es bueno saber que mi palacio te transmite la paz que buscas.
—Es asombroso y muy lujoso —confieso.
Sus intimidantes ojos azulados se desenfocan en mí y observa, en unos cortos segundos, el agua de la alberca, para después, volver a verme.
—¿Cuánto tiempo piensas quedarte? —su pregunta es directa —. Hace días que no me presentas tu nueva alianza. El tiempo se acaba y tu no has dicho nada... Tendré que expulsarte de mis tierras.
Lo entiendo, sino tengo un motivo para quedarme no tengo porque permanecer en su palacio. La tormenta de nuevo viene a mi mente.
Frustrada, me levanto de la silla quedando a su altura, unos centímetros más bajos que él. Me poso frente a él y lo miro directamente a los ojos, ignorando lo hipnotizante que son.
—Viene aquí por ayuda. Ayudé a tu padre sin ningún cobro y pensé que él haría lo mismo.
Sus gruesos labios rosado se ladean y forman una sonrisa burlona.
—Mi padre fue mi padre, no existe más. Ahora yo soy el que toma las decisiones y tú alianza no me convence.
Su comentario me hace enfurecer. Desvió la vista de sus ojos y miro hacia arriba en el tercer piso, donde dos guardias custodian, pero nos observan; y de nuevo lo miro a los ojos, esta vez demuestro mi furia reflejada en mi mirada.
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Falsa Identidad: Amores que hieren (2do libro)
Tiểu Thuyết ChungLa comprensión es el primer paso para la aceptación y sólo aceptando se puede recuperarse. Yo he aceptado mi pasado, soy consciente de lo que fui y lo qué sucedió a pesar del doloroso y fatal destino que pasé. La vida me dio otra oportunidad para am...