Entro a la casa por las puertas gigantes de roble, mis zapatillas sobre mis manos, caminando a puntillas subo las escaleras y entro a mi habitación.
Tiro por algún rincón mis zapatillas y caigo de espaldas sobre mi cama, y cubro mi rostro al sentir mis mejillas calientes. Recuerdo con claridad cada una de las cosas que acaba de pasar con el, y solo pensar en cada sensación que obtuve, me hace enrojecer.
Z: Dulces sueños, preciosa. 11:53 p.m.
Recuerdo cada palabra y cada toque, mi piel se eriza, después de una linda cena en la playa, entramos a una pequeña cabaña, después de un par de tragos, y algunas palabras mal logradas, las insinuaciones se hicieron presentes, esto se repetía una y otra vez sobre mi cabeza.
El coqueteo inconsciente comenzó con el contacto visual, acompañado de unas leves sonrisas, el se acerca a mi, yo acorto ese espacio.
Cada palabra que el mencionaba, su mirada estaba sobre mis labios, su mano tomó mi pierna y me sujeto suavemente...
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-Me gusta tu labial.- Mira directo mis labios.
-Sabe a fresas- subo mi mirada a sus ojos y su agarre en mi pierna se vuelve fuerte- ¿quieres probarlo?
-No sabes mo mucho que me gustaría.
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Delicé mi pierna sobre las suyas sentandome a ahorcajadas sobre el, el escote de mi vestido queda ante su rostro, sus manos se deslizan por debajo de mi vestido sobre mis piernas y entreabre la boca un poc mirándome fijamente.
-No juegues de esta forma- aprieta mis muslos al decirlo de forma demandante.
-¿A que juego?- rodeo su cuello abrazándolo y comienzo a acercarme. El toma mi cintura fuerte, da la vuelta sosteniéndomelos, me deja sobre el sofá y su rostro están tan pegado a el mío que nuestras respiraciones se unen.
-No voy a hacer nada, hasta que tú me lo pidas. Estoy muriendo por besarte, y se que tú también- hace una pausa y comienza a alejarse hasta sentarse junto a mi- pero no quiero que juegues, porque mis intenciones contigo han sido claras desde primera instancia.
se levanta algo molesto y camina hasta su camioneta.
