"No importa qué tan bueno seas. Todos somos los malos en la historia de alguien. Así que disfruta tu rol, y por lo menos sé un buen villano"
-Maquiavelo
Ray Corbin - 6 años antes de la guerra.
Caer al vacío... Qué sentimiento más... Mítico. De entre todos mis miedos, el vértigo siempre se hizo de notar. Pero aquel momento fue único. Veía cómo el tren se alejaba poco a poco, a cámara lenta, mientras caía hacia mi muerte. La lluvia chocaba contra mi cuerpo con fuerza, pero aquel estruendo no interrumpió el silencio de mis pensamientos, en absoluto. El tiempo se había detenido para mí, presenciaba mis últimos momentos fotograma a fotograma, pensando en lo poco que viví, o en la suerte que tuve de ello. Este mundo es cruel, no me cabe duda. La humanidad dice ser pacífica, ética, moral. Pero ignoran la maldad de un medio cuando el bien les beneficia, sacia o conviene. Claro... Se me olvidaba. Justificar las acciones por un bien mayor es ciertamente egoísta, ambiguo y cruel. Pero... ¿No llevamos toda la historia haciendo eso?
Las estrellas eran testigos de mi último designio. Por un lado, la Osa Mayor me trajo cierta intriga y angustia. Por otro, pensé que por fin me reencontraría con mis padres. La muerte, más que una desgracia, podría ser un regalo. La acepté... Cerré los ojos y la acepté. Entre lágrimas, miedo y anhelo, escuché durante mi estancia en el aire una sinfonía armónica tan bella como un ángel. La voz de una mujer atravesó mis tímpanos, cual ópera melódica allende mis pensamientos. Aunque no fuera real, el sentimiento lo fue. ¿Así sonaba la muerte? ¿A paz? Sin duda, sí.
Espera... No... Aún no puedo morir. Si muero, mi vida no habrá servido de nada, mis padres habrán muerto en vano... Y Oz nunca se lo perdonaría. Aunque tampoco pensé que me dejaría hacerlo.
Sentí una fuerza abrumadora atravesando mi camisa y deteniéndome en mi trayectoria. Al abrir los ojos, pude ver cómo Oz se sostenía en medio del aire con una de sus kusarigamas clavada en el tren, mientras que con la otra, me sostenía a mí. La locura de este hombre no conocía límites, pero no se le veía preocupado. Al contrario, me transmitía una seguridad acogedora en aquel océano de nubes. Al alzar la mirada, pude ver cómo Rach observaba perplejo el panorama.
-¡SERÁS IMBÉCIL!- gritó. -¡Mira a qué te ha llevado tu heroísmo! ¿En serio crees que vale la pena sacrificar tu vida por una manzana podrida? ¡Tenías el potencial de servir a este imperio como Dios manda! Pero mírate... Ni siquiera puedo creer que tengas la fuerza de sujetaros a ambos con el brazo así. Vaya desperdicio. Qué asco me dais todos vosotros. Intentáis ser héroes en una sociedad condenada, eclipsando a quienes realmente hacemos un favor a este mundo. ¿Por qué crees que hacemos lo que hacemos? Porque nos lo merecemos. ¿Sabes cuántas vidas hemos quitado a este mundo? ¿Cuántos sueños fueron destruidos? ¿Cuántas culturas fueron masacradas? Y ahí estáis vosotros, los vigilantes, intentando proteger a esta mierda de nación. Intentando regresar a aquellos tiempos en guerra... ¿A cuento de qué, exactamente? ¿Unificar a la sociedad? ¿Te parece realmente civilizada toda esta violencia? Manzanas podridas... No sois más que eso....-
Y ahí pude contemplar la otra cara de la moneda... Todo este tiempo, él pensaba que hacía lo correcto. Nadie avanza sabiendo que lo que hace está mal, sino que sacrifican su humanidad y cordura por un ideal mayor. No es una lucha entre hombres, sino entre ideales distintos.
El silencio fue interrumpido por la pícara e inquietante risa de Oz, quien observaba a su adversario con superioridad mientras la abrumadora lluvia caía en su rostro.
-No lo entiendo, ¿por qué? ¿Por qué sigues luchando? Vales más que eso- preguntó Rach.
-Porque soy libre. Tengo la capacidad de decidir y luchar por mis propios ideales. He abierto los ojos, y moriré si he de hacerlo, siempre que sea por la libertad- pronunció Oz con determinación.
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Señor de Cuervos
Mystery / ThrillerEl imperio francés trató de matar a un niño, y dejó escapar a un asesino. Ray Corbin tiene clara una cosa, que los hombres reclaman la libertad. La cordura y el tiempo no son cosas a tomar en cuenta en la guerra. Y cuando se te acaban ambos, ya es d...