Capítulo 8

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Llegamos a un restaurante especializado en ramen. Al igual que en el cine, nos estacionamos en un área privada y entramos por la puerta de atrás.


-De incógnito por Seúl- dije mientras entrabamos al restaurante.


-De otra forma no saldrías del país- dijo, refiriéndose a que si la prensa nos veía, sería difícil para mí escapar.


-Es una idea tentadora- dije mientras una mesera nos recibía. Kyuhyun me miró cuando hice el comentario, pero no dijo nada por no ser descortés con la mesera, quien nos saludaba.


Pasamos a un salón privado, como en los dramas, donde la mesa es en el piso y las puertas son corredizas.


Me emocioné. En los dramas, los villanos van a este tipo de restaurantes a cerrar tratos sucios. Me dieron ganas de reír.


Nos sentamos y la mesera nos pasó la carta. Lo miré.


-Yo sé lo que quiero- le dije, ya que le había dicho que comería ramen.


-Sí, pero hay muchos tipos de ramen. Ahí en la carta hay una gran variedad-. Por fortuna, la carta estaba en coreano y en inglés.


Pedimos y la mesera se retiró, cerrando la puerta tras ella, dejándonos solos.


-La idea que tenía en mi mente de un restaurante de ramen, era uno pequeño, lleno de gente, donde hay que gritar a la mesera para que atienda a uno-. Me podía imaginar a mí misma llamando a la mesera: "Ahjumma! Ajhumma!".


-Lo que pasa es que este restaurante es para turistas. No eres la única que tiene curiosidad por comer ramen- hizo una pausa. -¿Cuál es esa idea tan tentadora?- preguntó, serio e intrigado, cambiando el tema y retomando mi comentario anterior. Tarde unos segundos en darme cuenta de qué hablaba. ¡Wow! No se le escapaba nada.


Dudé antes de hablar: -Salir... salir del país-.


-¿Es que ya quieres irte?- preguntó. Parecía ofendido. Curiosamente, él aún no me preguntaba cuánto tiempo estaría en Corea.


-No- me apresuré a decir. -Por el momento no quiero regresar-. Pasaron unos minutos, entonces dije: -¿No vas a preguntar por qué?-


-No sé si me guste la respuesta- hizo eco de las palabras que yo había pronunciado cuando me recogió en el hotel esa misma noche. Lo miré intrigada y dije:


-No sé si quiero que sepas-. Me miró de repente. Sus ojos me escudriñaban. Tampoco retiré mi mirada.


Vivía una vida monótona. Me levantaba en las mañanas y me iba a la universidad. Algunos días en la semana trabajaba en la oficina médica de un familiar archivando documentos. Regresaba a mi casa por las noches y eso era todo.


Tenía amigas, pero pocas. Algunas de ellas eran compañeras de la universidad que veía entre clase y clase. Salía poco y mi idea de divertirme no era precisamente salir a una discoteca hasta las 3:00 de la madrugada. Un feliz viernes para mí, era quedarme en casa a leer un buen libro o ver un drama. De vez en cuando salía con mis amigas, pero eran salidas tontas como ir al cine o ir a algún lugar a comer. Aunque, tampoco eso ocurría con frecuencia, ya que cada una de ellas tenía su pareja.

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