Mi Presa, Mi Conejito, MI Denki

Capitulo ³²

Al día siguiente, después de haberse desvelado un buen rato en la noche, Denki había amanecido hecho un desastre y su amiga Jiro, estaba tirada en el piso. Como ya habían terminado de ver las películas tarde —la computadora se apagó sola cuando éstos estaban dormidos, para ser exactos— la peli morada decidió quedarse ahí a dormir, ambos estaban en la cama en un inicio, cada uno con su respectivo espacio de respeto, pero al amanecer el rubio tenía la cabeza y la diestra colgando de la cama mientras la femenina estaba tirada del lado contrario.

Se despertó atolondrado por la abundantemente sangre que le había llegado a la cabeza, se incorporó en la cama sosteniendo su frente por el dolor y cuando lo recordó buscó a la Omega. Se asustó al no verla en la cama pero suspiró tranquilo cuando la encontró.

–Jiro, Jiro ya despierta, ¡Jiro!– terminó gritando al ver qué no recibía respuesta.

Al mismo tiempo que recibía un almohadazo en la cara.

–Ya estaba despierta y además no estoy sorda– le gruñó incorporándose.

–Lo siento– dijo sobándose la nariz.

–No importa, sólo. Recuérdame la próxima vez tender un manta en el piso o algo– hablaba con el ceño fruncido sobándose la espalda.

–De acuerdo– asintió entre risas.

Normalmente, ambos eran muy tranquilos para dormir, pero peculiarmente cuando se disponían a dormir juntos terminaban desparramados en donde sea menos la cama. Era un milagro que esta vez Denki no estuviera durmiendo abajo de la cama, o que no hubiera aparecido ahí mejor dicho.

Cuando se les quitó la resaca del día anterior, la femenina se despidió del blondo y se fue a cambiar, acción que imitó el contrario al verla salir.

No tardó mucho en estar listo, lo que si tardó es en decidir si salir o no, temía encontrarse con el Alfa ceniza allí afuera. No temía que le fuera a hacer daño o algo así, lo que temía era su reacción si terminaba diciéndole la verdad.

No lo pensó más tiempo —pues sería una pérdida de éste— y salió, era un hecho que sus amigos conocían muy bien su fama de tardar mucho en vestirse y generalmente en llegar al salón, por lo que últimamente lo esperaban a un tiempo justo, como un intervalo entre temprano y tarde, perfectamente equilibrado para llegar a tiempo. A excepción de cuando se olvidaban de él a medio camino o cuando se levantaba tarde.

Salió a paso presuroso llegando de entre los primeros a su aula, le siguió Tokoyami al instante, con quien no tuvo más que un saludo y un adiós —como con el resto que estaba en el salón—. Dejó su mochila con todas sus pertenencias y después de eso se encargó de desaparecer.

Por otro lado, ambos alfas yacían esperándolo en frente de su puerta, con notable impaciencia por parte de uno.

–Que raro, a esta hora ya debería estar despierto. Ni siquiera cuando tiene flojera se levanta tan tarde– comentó el pelirrojo viendo la hora en su celular.

Que decidió mejor guardar antes de que el cenizo viera lo mismo que él.

Unos golpes en el suelo con la punta del pie y un gruñido fue lo que se escuchó por parte del cenizo antes de que hablara.

–Si quieres esperarlo hazlo tú, yo me largo. No me pienso atrasar por culpa del cargador– dijo comenzando a retirarse.