Cuando llegó al pueblo, a orillas de un pequeño lago donde se podían ver las pirámides, Lucius ató una cuerda al camello en el que viajaba y entró en la taberna menos concurrida que se encontró.
"Vino".
Lucius se sacudió la arena de los hombros y de la capa y se sentó frente al tendero. Era un lugar donde muchos hombres acostumbraban reunirse para beber durante la noche así que, por eso mismo, pareció ser más animado de lo que pensó a primera vista. Y tal vez era porque se trataba de uno de los pocos puestos comerciales a lo largo de la frontera, pero pareció haber una mezcla de clientes multinacionales y multiétnicos con todo tipo de vestimentas y acentos. Era un sencillo bar hecho con ladrillos de adobe a la luz de las antorchas y, como tal, estaba lleno de música local bastante deprimente. En la derecha, entraron bailarines que comenzaron a mover la cadera y en la derecha, los músicos tocaban y mujeres hermosas comenzaban a llevar comida a la boca de los clientes.
Cuando estaba allí, frente a la mesa y con un buen vaso de vino, el dueño del bar se acercó y le dijo:
"Señor, ¿Eres romano por casualidad?"
Entrecerró los ojos y lo miró a la cara.
"¿Por qué crees eso?"
"Tiene cabello rubio y ojos azules. Eso es muy raro por aquí."
"Ya."
"Tienes una mirada aguda, te ves impecable y tienes un comportamiento muy, muy fuerte. Por ahora, voy a decir que eres un gladiador cazarrecompensas de Roma, ¿No es así? Alguna vez fuiste un soldado de alto rango en manos de los aristócratas, pero ahora vas de puerta en puerta buscando a alguien que te dé trabajo."
El dueño de la taberna debió haber visto muchos visitantes extranjeros antes.
"¿Qué tal lo hice?"
Lucius rió, honestamente asombrado. Aunque había recibido una orden secreta del general romano y había llevado un enorme ejército a la frontera, se había colado aquí solo. Su ropa no era del estilo de su nación y en su lugar, había conseguido una túnica corriente con un vendedor ambulante. No deseó mostrarle que se sintió desnudo en su presencia, así que comenzó a beber de su vino.
"¿Qué? ¿No eres romano?"
"Desafortunadamente, no soy ni un vagabundo ni un gladiador. Soy solo un comerciante".
"Ajá. Pero no tiene cuerpo de comerciante".
"Me lo dicen a menudo, pero en realidad solo vine aquí para comprar especias. ¿Conoces alguna buena tienda?"
Fue cuando le preguntó esto al dueño, que varios soldados, con una apariencia increíblemente digna, se precipitaron en la taberna antes de que cualquiera de los que estaban allí presentes pudieran reaccionar. Tenían una espada en la cadera y una lanza en la mano así que, se podía decir de un vistazo que eran soldados que servían en el palacio real. Además, estaban vestidos con armaduras que sonaban con fuerza cada vez que chocaba el hierro al caminar o cuando levantaban un poco las manos. Entonces, la música se detuvo y los bailarines dejaron de moverse todos a la vez. Cuando los clientes se levantaron de sus asientos y los miraron con rostros inquietos, un hombre grande, con una armadura que pareció ser notablemente diferente a la de los demás, se colocó en el medio y habló en voz baja y clara:
"Estoy buscando a un gladiador romano. Si ven a uno o a alguien que parezca uno, deben contáctarme de inmediato. Son órdenes del próximo faraón".
"¿Y qué les hace pensar que hay gladiadores romanos aquí?"
Dijo Lucius, bebiendo todavía de su vino. Por supuesto, llamó la atención de todos en un instante.
"¿Quién eres?"
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Una dulce noche quedé embarazado.
Fantasy"Dicen que es letal como un escorpión, de estatura de un león, ferocidad de una pantera negra, la implacabilidad de una hiena, los colmillos de una cobra y la velocidad de un halcón."