2. Solo por un momento

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"Aquella tarde que ella pintó sus labios de un rojo cereza, también sería la tarde en la que ella perdió su inocencia y dejó de ser feliz

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"Aquella tarde que ella pintó sus labios de un rojo cereza, también sería la tarde en la que ella perdió su inocencia y dejó de ser feliz.

Iba a salir con sus amigas. A la feria de su pueblo. 17 años tenía y se creía muy mayor. Creía en los amores de novela. En los correspondidos. En los amores apasionados. Y nada de eso tuvo. No eran sus amigas las que la esperaban en la entrada de casa. Era él. Ese que siempre se encontraba y que parecía perseguirla. Esa noche, su madre selló su destino arrojándola en los brazos del hijo de sus socios. 27 años tenía Hugo la primera vez que la vio riendo en la plaza. Se encaprichó de ella hasta el punto de chantajear a Marisa, la madre de Natalia. Si no era suya, ellos no tendrían nada.

Se acabaron sus sueños de ir a la Universidad. De vivir en la capital. A cambio, hizo lo que su madre quería. La viuda del constructor del pueblo era la que mandaba. Estudió lo que ella quiso. Lo necesario para que Natalia le sirviera en un futuro para sus planes. Era joven y manejable. Sin carácter, decía la señora Marisa. Y mientras Hugo, se frotaba las manos, deseando que cumpliera los 18, para hacerla suya. La única condición que le puso su futura suegra.

Pero ni su falsa caballerosidad. Ni que le llenara la mano de costosos regalos. Ni que le regalara el oído con miles de promesas. Todo eso jamás le hizo conseguir lo que tanto anhelaba. El corazón de Natalia".

 El corazón de Natalia"

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📅 AL DÍA SIGUIENTE

Un soplido en mi nuca me hace revolverme molesta en la cama. Intento apartarlo con la mano y es entonces cuando escuchándose un siseo, la ráfaga de aire termina.

- Casi me metes el dedo en el ojo Nat -la voz de mi hermana perturba mi sueño. Quiero que se vaya y me deje dormir. Conociéndola, seguro que son las nueve de la mañana o menos.

– Vete. Lárgate. Déjame dormir, desgraciada -le pido agarrando la manta, para intentar echármela encima, pero mi hermana es más rápida y la atrapa antes de que toque mi cabeza.

- Estoy esperando -dice Aroa una vez que abro mis ojos y asumo que no dormiré más. Mi hermana se sienta a mi lado, apartándome el pelo de la cara.

- ¿A qué? -le respondo con un largo bostezo. Estoy cansada. Tengo sueño. Pero me siento tan de puta madre que me da igual el mundo.

OVERTIMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora