La quiero para mí

1.8K 245 16
                                    

Me mantuve en silencio y sin saber qué decir. Su ataque directo me dejó sin palabras. No había necesidad de contar algo que él ya conocía, pero ¿podré pedirle su ayuda a pesar de que cabe la posibilidad de que no crea en mí? ¿Qué puedo perder, si no soy nada ni nadie para él y al parecer para nadie? 

—Te escucho — puso los codos sobre la mesa y me miró fijamente, poniendo mis nervios de punta ante su penetrante mirada. 

Empujé las palabras de lo más profundo de mi interior, decidida a lanzarme de cabeza a una posible salida. 

—Primero que todo, Frank no es mi padre. Mi madre se casó con él desde que era tan solo una niña, por lo que te pido que no te vuelvas a referir a él como tal — suspiré—. Como ya lo sabes, él se dedica al lavado de activos en sus diferentes empresas, ¿no?

—Así es, pero ¿cuál es tu papel dentro de la organización? 

—Conseguir los socios y asegurarme de que inviertan sus capitales en las diferentes empresas que están planteadas en el momento.  

—Por esa razón te acercaste a mí, ¿no es así? — soltó una risita—. Eres muy buena actriz, ¿lo sabías? Aunque debiste esforzarte un poco más para que me fijara en ti, porque fea no eres. 

—Gracias por el halago que no te pedí — bufé—. Aunque no creas en mis palabras, él me obliga a hacer este trabajo. 

—No te creo, pequeña mentirosa. ¿Por qué debería obligarte? Es más, ¿por qué debería creer en una pequeña tramposa como tú?

¿Cómo explicar de buena manera el gran poder que Frank ejerce en mí? Esto es muy difícil, mucho más de lo que había creído. De repente y sin poder controlarlo, empecé a temblar y a sentir que los latidos de mi corazón se aceleraban no solo con el hecho de no poder soltar palabra alguna, sino también al tener una mirada tan fija y poderosa sobre cada uno de mis movimientos.  

—Él no es tu padre, eres una mujer adulta que se puede ir de casa cuando se le dé la gana, además que no estamos en los siglos de antes donde las mujeres eran obligadas a hacer la voluntad del hombre — enfatizó—. ¿Lo haces por gusto? ¿O por las cuantiosas ganancias que generan? Eres muy buena actuando, ¿quién me dice ahora mismo que no lo estás haciendo? 

—No pierdo ni gano nada con decirte la verdad — murmuré, sintiendo que el aire me faltaba con cada segundo que transcurría.

—Mi padre siempre me ha recalcado que se debe dar el beneficio de la duda... 

—Frank abusa de mí desde que tengo diez años — solté tan bajo, que apenas yo misma escuché mis palabras—. No tengo por qué mentir. ¿Qué gano haciéndolo?

Pensé que no me había escuchado, ni yo misma comprendí lo que salió de mi boca, pero al darme cuenta de que su forma de mirarme había cambiado, supe que sí me había escuchado a la perfección. En sus ojos se reflejaba lástima, hecho que me hizo sentir el doble de miserable e insignificante. Su mirada me hizo desear un abrazo, una palabra o una simple acción en silencio que me dijera que todo acabaría, que no tenía por qué seguir sufriendo y que todo estaría bien. No sé por qué necesitaba que me consolaran como nunca lo habían hecho a lo largo de estos años. Me di cuenta lo mucho que necesito de mi madre, de mi padre, de mi mejor amiga o de alguna persona que sea capaz de escucharme y brindarme su mano, así no me diga ni una sola palabra de aliento.

—Ya estamos de regreso — avisó su hermana y me enderecé de inmediato, guardando una vez más lo que verdaderamente sentía por dentro y quería explotar ante una mirada sorprendida e inquisitiva. 

Que tonta fui, pero al menos comprendí que no valgo nada y que no hay nadie que se interese en mi bienestar. Después de todo, la humanidad pierde la empatía con el pasar del tiempo. ¿Por qué pensé que él me ayudaría? Si está muy claro que no confía en mí y mucho menos le importa la vida de una desconocida... 

Cautivando tu corazón[✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora