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Era un día frío, ni nublado, ni soleado, pero era agradable y la nieve no dejaba de caer dando una atmósfera pacífica.

Eran alrededor de las once de la mañana, Jeno despertaba de buen humor, era sábado y tenía una semana de descanso en el trabajo por venir, así que se sentía completamente relajado y sin ninguna culpa por despertar relativamente tarde, al menos para él y el horario en el que comúnmente despertaba.

Se estiró entre sus sábanas y el colchón, y bostezó para finalmente soltar un suspiro pacífico.

Tomó su celular, el cual estaba conectado al cargador en el buró a un lado de su cama y revisó la hora, luego miró las redes sociales buscando alguna novedad.

Después de unos minutos dejó el celular a un lado en la cama y se levantó de esta para caminar al baño donde tomó una ducha calientita, totalmente relajante.

Al salir del baño sintió como su estómago gruñó haciendo que Jeno dejara caer su mano sobre este.

Era lógico, normalmente despertaba a las seis de la mañana y para las ocho (la hora en la que entraba a trabajar), ya había desayunado.

Caminó por todo su departamento hasta llegar a la cocina, donde abrió el refrigerador y Jeno hizo una mueca al notar que no había nada más que medio limón seco y una botella de agua mineral casi vacía.

Resignado se dirigió hasta su habitación otra vez, ahí se vistió rápidamente con algo cómodo y abrigado, alborotó su cabello con la intención de peinarlo y finalmente Caminó hasta la entrada del departamento, donde antes de salir, tomó sus llaves y cartera, un cubre bocas, el cual trabó de sus orejas, junto con un beanie y una bufanda, se colocó sus tenis y un pesado abrigo que lo protegería del frío.

Iría rápidamente al súper para comprar varias cosas, la última semana en el trabajo había sido bastante pesada y no había tenido tiempo de hacer sus compras, ahora necesitaba surtir su despensa.

Tomó el ascensor y llegó hasta el estacionamiento del edificio, donde caminó a el lugar designado a su auto, al cuál subió para luego arrancar rumbo a su destino.

Manejando con cuidado a causa del clima, llegó hasta el súper más cercano, se estacionó y entró al lugar.

Paseó por todos los pasillos del lugar tomando cosas, leyendo etiquetas y disfrutando de cada minuto.
Como dije, era un día agradable y Jeno se sentía completamente feliz y relajado, además tenía una buena corazonada.

Pasó por el pasillo de las pastas, tenía tiempo que no cocinaba algo así, quizá el hambre que tenía se combinó con el antojo y no pudo evitar salivar al pensar en su receta personal de lasaña, así que sin dudarlo tomó dos paquetes de pasta para lasaña.

Regresó al pasillo anterior y tomó un par de cajitas de salsa de tomate, y finalmente se dirigió hasta el área de carnes donde consiguió un kilo de carne molida.

Así, felizmente Jeno caminó hasta las cajas registradoras con su carrito de compras lleno y pagó, para después regresar a casa y poder hacer su dichosa lasaña.

Al llegar a su departamento, acomodó todas las compras en su lugar. Rápidamente se hizo un licuado de frutas para aguantar el hambre en lo que terminaba de cocinar.
Entonces, se colocó su delantal y puso manos a la obra.

𝙇𝘼𝙎𝘼𝙂𝙉𝘼 | ɴᴏᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora