𝐏𝐑𝐈𝐌𝐄𝐑 𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄: 𝐁𝐫𝐨𝐤𝐞𝐧

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Detrás de las cortinas del teatro se escuchaban leves sollozos, ahí se encontraba Jake Shim, sentado sobre el frío suelo del teatro con su cabeza escondida entre sus rodillas y sus brazos rodeaban sus piernas flexionadas, sus ojos rojizos ardían al igual que los raspones y heridas que tenía por todo su cuerpo.

El lugar hacía un leve eco de los lamentos del joven, pero esto era opacado por el sonido de los instrumentos del exterior; la banda estudiantil, 'Chamber 5', estaba ensayando para una presentación que darían en los días posteriores por el aniversario de la 'Academia Decelis', por eso nadie notaba al estudiante extranjero que se ahogaba en su sufrimiento.

Con el transcurrir de los minutos dejó de llorar, tan solo se dedicaba a observar con suma atención los materiales de utilería que usaba el grupo de dramatización; extrañaba actuar y sentirse elogiado por los demás, los años anteriores formaba parte del elenco de actuación, sin embargo, fue expulsado en cuanto se enteraron de lo que era.

Toda su vida se estaba yendo por la borda, su padre lo abandonó junto a él, a su madre y hermano menor, consiguiendo que la mayor entro en un cuadro grave de depresión; su hermano le reprochaba constantemente el ser el culpable de la situación en la que se encontraban, en la escuela lo molestaba o agredían por su propia orientación, sus notas no eran la excepción, éstas decayeron drásticamente y, por último, su relación con Lee Heeseung se había acabado, por exigencia del mayor.

No tenía a nadie con quien recurrir, pese a las señales que daba y los gritos silenciosos que emitía para que alguien lo ayudara, le diera un abrazo o simplemente le preguntara si se encontraba bien eran en vano, nadie iba en su auxilio.

Alguien, ayúdeme por favor.

"Ayuda", aquella palabra se volvió una base en la que giraba su vida, todos los profesores o los psicólogos de la academia hablaban sobre la depresión u otras enfermedades relacionadas a ésta, eran mismas charlas de rutina en donde exponían conceptos sus básicos, obligaban a que los estudiantes contaran como se sentían en esos días, los hacían llenar formularios de asistencia como constancia de que ejecutaron los talleres y a los estudiantes que mostraban indicios de problemas emocionales les recomendaban asistir con un psicólogo particular. Eso no ayudaba, Jake notó la falta de interés de los demás por los problemas que presentaba, nadie se tomó el tiempo de escucharlo atentamente y brindarle apoyo, por el contrario, recibía maltratos físicos por parte de sus compañeros; ante ello tuvo que aislarse y guardar sus asuntos para sí mismo.

Su única ayuda hasta esos momentos era Heeseung, éste último no sabía lo que le pasaba al menor, tan solo estuvo al tanto de las agresiones que recibía el australiano por parte de los matones de su clase, es por ello que decidió cortar cualquier relación amorosa con él, para protegerlo y que los abusos no se repitieran, razón de la que el australiano nunca se llegó a enterar.

Lee era el lugar seguro de Jake, éste buscaba al mayor para olvidar lo malo que le ocurría, los abrazos o cariños que recibía alejaban sus preocupaciones, pero ahora ya no tenía nada de eso, no existía ni la sombra de lo que llegaron a ser.

No lo soportaba más, todos los días los golpes impactaban contra su cuerpo, no asistía a ciertas clases por estar en la enfermería o escondido en detrás de las utilerías del teatro, su alimentación se volvió desequilibrada haciendo que bajara de peso y se hundiera en un dolor irremediable.

Odiaba todo lo sucedido, odiaba a todos, pero más se odiaba a sí mismo.

¿Qué le quedaba? Absolutamente nada.

Después de unos minutos y con las fuerzas que le quedaban, tomó su mochila en uno de sus hombres para dirigirse a los baños traseros del teatro, tenía que cubrir los moretones y las ojeras de su rostro, sacó un poco de maquillaje que había hurtado de su madre, tomó un poco del líquido entre las puntas de sus dedos y se lo untó en las zonas más notorias, gracias a esto podía evitar las preguntas desinteresadas que hacían algunos profesores. Al poco tiempo de terminar, salió del lugar para dirigirse al salón D-1, intentaría por última vez hablar con Lee.

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Suspiró exhausto una vez que estuvo en la puerta junto al letrero que indicaba el número del aula, alzó la mirada y notó que junto a él estaba Beomgyu, un compañero y mejor amigo de ex pareja.

- "Hyung, disculpe. ¿Sabe dónde se encuentra Heeseung hyung?"

- "Hola Jake, Hee está en su puesto, ¿quieres entrar a verlo?" -el menor asintió, el castaño se deslizó hacia un costado permitiendo que el rubio pasara. Choi Beomgyu, un amable y cálido joven que fue el único que no lo humilló o lo trataba diferente, no era como el resto.

- "Muchas gracias hyung." -tras hacer una reverencia caminó entre las carpetas individuales del salón y se acercó en silencio al pelinegro - "Heeseung hyung, ¿cree que podemos hablar?"

- "No tengo tiempo Jake, creí haberte dejado en claro que no debías acercarte a mí, ¿o me equivoco?"

- "Lo hizo, pero neces..." -otra vez la voz grave del contrario lo detuvo.

- "Detente Shim, te lo dije ese día y lo volveré a repetir por última vez, no quiero verte cerca de mí."

Al igual que aquella vez, Heeseung salió dejando a Jake solo y con un dolor insoportable en el pecho. El menor sin más abandono no solo el salón, sino también la academia, no podría retener su llanto en lo que quedaba el horario de clases, por lo que se escabulló y salió pasando desapercibido por nadie.

Como siempre.

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"Miserable, patético, infeliz", durante todo su corrido hacia los baldíos se repetía constantemente esas tres palabras, fue un completo idiota al creer en la posibilidad de que se pudiera cambiar algo tras hablar con Heeseung, era evidente que lo molestaba con su presencia y no solo a él, sino a todos.

Necesita desahogarse por los problemas que afrontaba, necesitaba darse un respiro de todo.

Simplemente decidió huir a las afueras de la ciudad, ni siquiera le importó el peligro que eso implicaba, deseaba estar en un lugar al que no lo irían a buscar si eso llegaba a pasar, el lugar apartado contaba con considerable vegetación y túneles que se conectaban con el alcantarillado del pueblo.

Se desplomó a penas llegó a su destino y no tuvo más fuerzas para retener las lágrimas, ya no tenía un lugar seguro al cual acudir, no tenía a nadie para protegerlo, ya no tenía más razones para continuar viviendo en la miseria, no más.

Tomó un papel junto con un bolígrafo para escribir lo que sería su carta de despedida, trato de ser lo más puntual posible, se tomó su tiempo en plasmar todos sus sentimientos en la hoja mientras sus lágrimas eran secadas por la brisa fría del atardecer. Al culminar la dobló y la introdujo entre sus cuadernos, no sin antes escribir el nombre del destinatario especificando que solo él la podría leer.

Sin más se levantó y fue detrás de unos contenedores, extrajo una navaja que había guardado anteriormente en su mochila, luego de dejarla a un costado sobre el pasto para que no se ensuciara demasiado, acercó el objeto afilado a su muñeca con cuidado, la verdad es que no tuvo el valor suficiente para hacerlo antes, llevaba semanas intentándolo pero nunca logró hacerse ni un diminuto corte; sin embargo, sus pocas fuerzas para luchar se desvanecieron como una pluma, ahora era diferente.

Tomó aire e introdujo la punta en su vena, consiguiendo soltar un ruidoso grito de dolor, claramente era una sensación que no había conocido en toda su vida. Eso no lo detuvo, deslizó en forma vertical la navaja trazando consigo una gran abertura sobre su muñeca y la sangre empezó a resbalar de esa zona como si de agua se tratara, Jake mordió su labio con fuerza ahogando sus quejidos.

Cuando el ardor disminuyó, levantó su rostro para observar el horizonte, las tonalidades naranjas y amarillas se complementaban de manera maravillosa, eso lo hizo sonreír a la vez que su respiración se iba cortando poco a poco, sus pulmones no lograban recibir la cantidad de oxígeno necesario, su cuerpo lo sabía y sus ojos debido a ello se iban cerrando poco a poco.

Así fue como el bello atardecer en la ciudad de Seúl se llevaba consigo la radiante luz del sol al igual que el último suspiro del joven australiano, quien nunca le hizo daño a nadie pero terminó sumergido en la miseria.

| 𝐌𝐢𝐬𝐞𝐫𝐲 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora