"Solamente hay un derecho humano básico: el derecho a hacer lo que a uno le plazca. Y con él, viene el único deber humano: cargar con las consecuencias"
Friedrich NietzscheLucifer, el portador de la luz, estuvo desde el primer día de creación; fue él quien ayudo a separar el día de la noche. Incluso, en el quinto día ofreció una de sus creaciones, la serpiente, para que recorriera la tierra junto al resto de las especies. Pero no fue hasta que vió a Eva cuando supo que la creación de Dios era buena.
Al séptimo día, cuando el creador descansaba, decidió bajar al Jardín del Edén para conocer a la mujer. Su cuerpo desnudo recorría el lugar, curiosa, sin Adán. Logró que siguiera a su fiel compañera, la serpiente, hasta el Árbol del conocimiento. Sin omitir habla, voló hasta la punta del mismo y le regaló la manzana más roja de todas. Eva dudosa de que se le ofrecía, se negó.
— Yo sí puedo comerla, ¿por qué tenemos que ser diferentes? - razonó el pelirrojo, dándole una mordida y ofreciéndosela de vuelta, logrando que esta vez, si la probara.
Lucifer estaba feliz, había logrado que Eva confiara en él. Así pasaron los días y las noches, una manzana por día, hasta que ya no hubo manzanas.
Adán, al enterarse de lo que pasaba, celoso, mordió una manzana y le mintió a Dios sobre la travesura de su mujer; entonces ambos fueron enviados lejos del paraíso. Eso provocó la furia del hombre, quién, después de que nacieran sus hijos, mató con sus propias manos a Eva. El ángel, quién buscó por años a la joven, lo encontró solo, y lo castigó encerrándolo bajo tierra.
La descendencia del hombre, desde entonces, estuvo vigilada por el Príncipe del Infierno, un lugar donde aquellos que pecan, estarán condenados a sufrir las consecuencias de sus actos.