Capítulo 3

1.1K 41 0
                                    

MIENTRAS MÁS lo miro, el techo de tirol parece más un exquisito mosaico. Los círculos amarillos del techo con goteras añaden un aspecto deslumbrante a los imperfectos montículos blancos; el reflejo de un carro aparcado fuera de la habitación del hotel ilumina el diseño en un patrón brillante y abstracto. Intento encontrar un nombre para esta provocativa imagen y me decido por "Queso Cotagge glorificado".

Y ahí es cuando se vuelve obvio que me estoy distrayendo de pensar acerca de la vuelta de 180 grados que mi vida acaba de tomar. Me pregunto si Galen ya habrá regresado. Me pregunto qué es lo que está pensando. Me pregunto si Rayna está bien, si tiene un dolor de cabeza mortal como yo, si el cloroformo afecta a un Syrena puro como afecta a los humanos. Apuesto a que ahora intentará dispararle a mi madre con su arpón, lo que me recuerda las pasadas 24 horas de locura.

Las escenas de la noche previa se reproducen en mi mente, una colección de imágenes que mi mente tomó entre latidos:

Latido.

Galen extiende las manos hacia el lavaplatos. "Tienes mucho que explicar, Nalia"

Latido.

Un vistazo de Galen, que sujeta la muñeca jabonosa de mamá.

Latido.

Una imagen de mamá gruñendo, cuando Galen la gira en sus brazos.

Latido.

Una toma fija de mamá, echa hacia atrás la cabeza y hace contacto con la frente de Galen.

Latido.

Un plano de Galen, que se estrella en el refrigerador y esparce por el suelo la colección de toda una vida de imanes multicolores.

Latido.

Latido, latido, latido.

Las fotos fijas se vuelven una cinta en vivo.

Mamá se le pega como con energía estática, con el cuchillo suspendido en el aire, lista para filetearlo como bacalao. Grito. Algo grande e importante se oye rompiéndose detrás de mí. El sonido de cristales que caen me saca de mi estupor.
Y ese es el único segundo que Galen necesita. Distraída, mamá voltea la cabeza y le da a Galen el suficiente espacio para esquivar la hoja. Clava la hoja en el refrigerador, en lugar de en su carne. El cuchillo se resbala de sus manos jabonosas y tintinea en el suelo.

Latido... latido.

Todos lo vemos girar, como si lo que pase después dependiera de la dirección en que se detenga. Como si la hoja fuera a elegir quién hará el siguiente movimiento. Se siente como un respiro del delirio, una oportunidad para que la cordura entre y se haga cargo. Ja.

Toraf me pasa en un borrón, en el pelo le brillan como lentejuelas los pedazos de lo que solía ser nuestra ventana panorámica. Y así de simple, la cordura se retira como un pájaro asustado. Toraf ataca a mi madre, y se tumban en el linóleo en una melodía enfermiza de chirridos húmedos y suaves gruñidos. Galen patea el cuchillo al pasillo, luego se deja caer pesadamente de vientre sobre ellos. El retorcido lío de piernas, brazos, pies y manos se adentra más en la cocina, hasta que sólo un ocasional miembro agitado es visible desde la estancia, donde no puedo creer que siga parada.

Como espectadora de mi propia vida, veo colisionar a las supernovas de mis dos mundos: mamá y Galen. Humano y Syrena. Poseidón y Tritón. Pero ¿qué puedo hacer? ¿A quién debo ayudar? ¿A mamá, que me mintió por 18 años, y luego trató de apuñalar a mi novio? ¿Galen, que olvidó esa cosita llamada "tacto" cuando acuso a mamá de ser una princesa pez fugitiva? ¿Toraf, que...qué demonios está haciendo Toraf, de cualquier modo? ¿Y en serio acaba de taclear a mamá como a un mariscal de campo rival?

Of Triton-Anna BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora