Rafe era un consagrado jugador de fútbol, millonario e indisciplinado, adorado por los chicos y envidiado por los grandes, hasta que conoció a la chica que salvaría su vida.
Años más tarde, cuando la esperanza por encontrarla era casi nula, el ciel...
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Llegamos a mi casa y despido a mis guardias de seguridad. Dentro de esta fortaleza tengo cámaras conectadas directamente con la central de una empresa que cuida mi intimidad.
De la mano conduzco a Paloma a una de las habitaciones de huéspedes. Obviamente, no la llevo a la mía puesto que no busco abrumarla con mi ansiedad.
―Mi habitación es la de la esquina.
―Sí, lo recuerdo. Y gracias...por esto. Por respetar mi espacio personal.
―Es innegable que quiero terminar lo que comenzamos en tu apartamento ―digo, ronroneando en su oído mientras se retuerce entre mis brazos ―, pero ambos estamos un poco aturdidos por la proximidad que hemos conseguido en las últimas horas. Los dos necesitamos pensar con claridad, no apresurar las cosas.
―Exacto. ―dice y sus ojos color caramelo brillan.
―Allí tienes el baño privado y por aquí, un cómodo armario para colgar tus cosas ―Remarco lo que está claramente a la vista.
Paloma rodea la cama y como he hecho yo en la sala de su hospedaje, mira la playa.
―El agua tiene un efecto amansador, inspirador.
Me acerco por detrás y la abrazo fuerte; ella vuelca ligeramente su cuello hacia atrás, apoyando su cabeza sobre mi clavícula.
―Cuando era chica, fui varias veces a Mar del Plata con Marina, mi amiga. Sus padres tenían una gran casa y solían invitarme. Por la noche, me quedaba mirando el oleaje cuando rompía contra las rocas, antes de irme a dormir.
―Marina es una chica de dinero, ¿cierto?
―Marina nació en el seno de una buena familia, pero sus padres se divorciaron e iniciaron una batalla legal por su custodia y por los bienes en común. Como el padre de mi amiga tenía mucho poder, logró que ella quedara con él.
―¿La alejó de su propia madre?
―Sí, aunque siendo honesta y después de tomar bastante distancia de la situación, creo que a la madre le importó más el dinero que recibió por cerrar la boca y seguir con su estilo de vida, que el hecho de que Marina fuera a vivir con ella.
―No entiendo a la gente que odia a sus hijos ―la historia familiar me toca de cerca ―, comprendo que existen los embarazos no deseados, pero una vez que tienes niños, ¿por qué abandonarlos?¿Cómo no quererlos? ¡Es tu sangre!¡Llevan dentro un pedacito de tu corazón! ―protesto y para entonces, Paloma gira y se cuelga de mi cuello.
―Eso que decís es muy noble. Los hijos no eligen venir al mundo y no hay que castigarlos con destrato.
Su mirada se desploma y creo que hay algo detrás de ese suspiro desanimado. Toco su barbilla y se la elevo con dulzura.
―¿Qué pasó en tu matrimonio? ―No sé si es el momento preciso para hablar de su ex, pero muero de ganas por conocer la razón por la cual no funcionó la relación.