Rafe era un consagrado jugador de fútbol, millonario e indisciplinado, adorado por los chicos y envidiado por los grandes, hasta que conoció a la chica que salvaría su vida.
Años más tarde, cuando la esperanza por encontrarla era casi nula, el ciel...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Comemos, reímos y bromeamos un buen rato durante nuestro almuerzo tardío.
Podría acostumbrarme a esto si no fuera porque es una fantasía.
¿Rafe Vilanova jugando al novio atento, esperándome con la comida lista después de una larga jornada de trabajo? Es la panacea.
Sin embargo, soy hiperconsciente de que esto está ocurriendo porque él está lesionado y yo, de mini-vacaciones hasta que comience mis prácticas.
Rafe me invita a dar un chapuzón en la pileta. Me niego alegando que no avancé demasiado con mi libro, cuando en realidad lo único que hago es espiarlo, aprovechándome del ahumado de mis anteojos de sol.
Él va y viene por el agua, es Poseidón bajo las tenues olas artificiales que el sistema de su pileta crea. El vapor sale y supongo que la temperatura es la adecuada para aflojar los músculos y dar un buen chapuzón.
Dudo en meterme; la vista es tentadora y este mega jacuzzi disfrazado de piscina es alucinante.
Sumergida en la lectura por un momento más, me descuido, recibiendo una salpicadura infantil de parte de Rafe.
―¡Vamos, ven aquí! ―me anima, saltando como un niño.
―No estoy vestida para la ocasión ―digo sacudiendo mi libro y dejando mis anteojos sobre la reposera vecina.
―¡Será un solo chapuzón! No me importa que quedes en ropa interior ―Peina su cabello hacia atrás, alterando mi respiración.
Muerdo mi labio sin admitir que lo había deliberado con anticipación.
―A la mierda...―murmuro, me quito las zapatillas, los jeans y la blusa de plumetí blanca – cualquier cosa por parecer angelical a los ojos de Grazia María – que me puse para conocer a la madre de Rafe.
Cuando me arrojo, el agua templada me recibe y se siente exquisita. Al emerger, un par de ojos oscuros está esperando por mí y no pasan ni dos segundos que su boca arrasa con la mía.
Me aferro a su cuello como un koala trepador y mis piernas se ciñen a su cintura; como es de esperar, noto la rigidez bajo su bermuda de playa y mi centro femenino se enciende como un arbolito de navidad.
Mi espalda choca con los mosaiquitos azules y blancos de la pared lateral de la pileta; el brazo extendido de Rafe hace tope, en tanto que el otro me presiona entre su cuerpo y el muro.
―Sos perfecta, bonita, no podía dejar de admirarte allí sentada, despreocupada, leyendo como si nada...
―El libro era parte de un acting ; era yo quien no podía dejar de mirarte ―Sus labios arrastran los míos, su lengua se sumerge en los confines de mi boca acallando mis estúpidos razonamientos.
Una mano traviesa baja desde mi abdomen hasta mi bombacha y un dedo implacable no deja lugar a dudas; me posee, me conecta con mi lado sexual, me hace volar y desear más.