Antes de retirarme del hospital, me tomo la libertad de hablar con mi jefe en Buenos Aires sobre el caso de Rafe. Como cualquier hincha de fútbol, queda conmocionado cuando le detallo el diagnóstico, su pronóstico y el pedido personal de que lo opere yo.
―Sería un honor intervenirlo, Paloma. Nos dedicamos a esto sin importar si es una estrella internacional o el hijo del vecino; nuestra labor es brindarles a las personas una mejor calidad de vida, un futuro mejor ―cualquiera podría decir que se ajusta a un slogan publicitario, pero no lo hace en absoluto. El doctor Penassu es un ferviente defensor de la vida y del don que los médicos tenemos en nuestras manos ―. Como bien sabés, la relación médico-paciente es vital en estos casos. Rafe confía en vos y ese es un gesto grandioso. Un tanto extraño y puede tomarse de antiético...pero no podemos juzgar a nadie por lo que pasa en este momento.
―Lo sé, pero la responsabilidad es enorrrrme.
―También lo comprendo y es lógico ―su voz me calma ―. Paloma, estudiaste y te formaste para ser una mente fría y pensante dentro del quirófano. Tenés que alejarte de la subjetividad; él es un paciente, no es Rafe, ni tu pareja, ni el ídolo popular. Es un hombre de carne y hueso que lucha por vivir mejor y por más tiempo. Si él nos lo permite, somos nosotros quienes tendremos la oportunidad de desafiar a su reloj biológico.
Sus palabras son directas, cargadas de profesionalismo y fe.
Ahora mismo, estoy un poquito más convencida de la decisión de operar a Rafe.
Para cuando salgo de la oficina, mi cabeza funciona sin cesar. Camino varias calles en piloto automático y antes de cruzar una de las avenidas principales en dirección a la mansión Vilanova, veo una galería de arte.
Su fachada es un tanto estrecha, pero sus cristales de piso a techo y su marquesina blanca con letras negras, llaman mi atención. Miro hacia adentro distinguiendo una muestra vigente.
Una idea se figura en mi cabeza.
Toco la puerta y una mujer de rodete canoso y tirante, con gafas de montura gruesa y negra, me da la bienvenida con una cálida sonrisa. Me agrada su recibimiento.
―Buenas tardes, soy Madame Ciró. ¿Viene por la exposición? ―pregunta en idioma local. Limpio mi garganta y espero no quedar en ridículo con mi pronunciación precaria.
―En realidad...estoy aquí porque me interesa reservar el lugar para una exhibición.
―Oh, eres artista. ―Estimo que tiene sesenta años, aunque su piel es lozana y saludable.
―No, no lo soy en absoluto. Apenas sé sujetar un lápiz ―le digo entre sonrisas simpáticas ―. Tengo un amigo que teme dar el gran paso y, le aseguro, que es un virtuoso.
La señora mayor me hace caminar alrededor de las pinturas colgadas; siendo honesta, no me gustan para nada. No tienen alma, tampoco color, mucho menos profundidad.
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"Rafe: corazón carioca" - Completa
RomanceRafe era un consagrado jugador de fútbol, millonario e indisciplinado, adorado por los chicos y envidiado por los grandes, hasta que conoció a la chica que salvaría su vida. Años más tarde, cuando la esperanza por encontrarla era casi nula, el ciel...