He pasado buena parte del día con Levi mirando propiedades. Dado que aún no puedo conducir y he seleccionado varias opciones, él continua siendo, incluso en Buenos Aires, el conductor designado.
Ponemos el GPS y vamos de Colegiales a Belgrano. De Belgrano a Saavedra. De Saavedra a Villa Urquiza. Y de ahí, a Olivos.
Los precios son tan absurdos como extraños; los apartamentos pequeños cuestan más que una casa con parque.
¿Quién entiende al mercado inmobiliario de Buenos Aires?
Esta es la décima propiedad que visitamos y Levi bufa, harto por mi indecisión.
Nada me parece apropiado para vivir permanentemente aquí y temo que en realidad no sea una cuestión de atributos de las construcciones sino mi negación por mudarme.
Di mi palabra a Paloma de que iría donde ella estuviera cómoda. Le di mi promesa de que no la dejaría marcharse por algo tan poco significativo como un lugar adónde vivir. Mi hogar sería donde ella lo sintiera.
Sin embargo, nada parece ajustarse a lo que deseo: parque, piscina, una gran sala, varios dormitorios, un lugar especial para mi arte y otro para mi gimnasio, un garaje amplio para- al menos- tres de mis automóviles...
Sé que podría dejar buena parte de mis coches de colección en Río, pero dado que pasaremos mayor cantidad de días aquí que allá, no me es indiferente la elección.
Levi ya me ha dado una retahíla de consejos con respecto a la futura mudanza.
Obviamente, no está contento con mi decisión.
¿Yo? Todavía tengo mis dudas aunque siendo honesto, no sería la primera vez que me alejo de mi ciudad natal.
―¿Le dirás a la doc que estás metido en esto?
―No hasta que no vea algo que me agrade ―respondo con naturalidad para cuando aparcamos frente a una casa con una amplia fachada, de impronta clásica y bien conservada.
La agente inmobiliaria está junto a un BMW plateado y nos saluda con simpatía desconociendo quién soy yo, lo cual me reconforta. Sin embargo, no es a mí a quien mira con extrema atención sino a mi amigo, el gigantón de piedra.
―Sin comentarios ―él me gruñe y elevo las manos.
Atravesamos el trabajado portón de hierro y lo que veo ya me gusta: un bello y cuidado parque delantero que precede una construcción tradicional. El frente es color crema y las ventanas están enmarcadas con una delicada moldura blanca. No soy un gran fan de la arquitectura, pero en estos días de aburrimiento me he interesado en el tema.
Sobre el lado izquierdo de la propiedad hay un guardacoches cubierto con espacio para dos autos y de acuerdo con lo que dice la vendedora, hay otro garaje subterráneo, actualmente utilizado como depósito.
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"Rafe: corazón carioca" - Completa
RomantikRafe era un consagrado jugador de fútbol, millonario e indisciplinado, adorado por los chicos y envidiado por los grandes, hasta que conoció a la chica que salvaría su vida. Años más tarde, cuando la esperanza por encontrarla era casi nula, el ciel...