01.- Discusión.

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El aire se respiraba frío cuando Kim Sunoo salió tambaleándose del interior del edificio y se refugió bajo el techo de una farmacia cerrada, olor a lluvia picando sus fosas nasales y haciendo que él se sintiera rápidamente consciente del pegote asqueroso dentro de sus zapatos empapados.

Tomó algo de aire y resopló con pesar -porque en realidad nada en su vida pudo ir peor-, centrándose en buscar a tientas el celular dentro de los bolsillos traseros de su bolso de cuero.

El chacarro estaba medio húmedo cuando dio con él. Frotó la pantalla mojada contra la mezclilla de sus vaqueros ajustados y lo encendió tan pronto como consiguió que el táctil funcionara.

El número que estaba buscando fue el primero en su historial. Sunoo presionó el botón de llamar y se pegó el móvil a la oreja con nervios y adrenalina arrastrándose a través de sus venas hacia su corazón.

Tres timbres y su príncipe azul había contestado.

— ¿Sunoo? — dijo la voz somnolienta al otro lado de la línea.

Su sonrisa no podría haberse ensanchado más, incluso si le hubieran cosido las comisuras de los labios a los pómulos.

— ¡Heeseung! — canturreó feliz, sin molestarse en bajar el tono de voz. En primer lugar, porque nadie estaba pasando por una calle tan desierta a tales horas de la noche. Y en segundo, porque su madre tampoco estaba ahí para decirle que chillar o dar brincos en el sitio no eran cosas que hacían los hombres—. ¿Estás muy ocupado ahora? Necesito que me hagas un pequeñísimo favor.

Los favores de Heeseung siempre fueron los mejores.

—Sunoo, son las tres de la mañana.

—Eso no responde a la pregunta que te acabo de hacer, cariño.

Casi pudo escuchar a Heeseung sonrojarse.

—¿Que si estoy ocupado?— masculló Heeseung con voz estrangulada—. Bueno, si. Estaba realmente ocupado durmiendo hasta que llamaste. Ahora, si me disculpas, yo prefiero seguir estando ocupado ahora. Adiós.

— Heeseung —alzó la voz. No estaba riendo ni saltando en el lugar ahora.

Hubo un silencio, pero Heeseung no había colgado todavía.

—Qué— ni siquiera sonó como una pregunta. El tono grave, perfectamente monocorde, hizo que Sunoo sintiera escalofríos desde el primer pelo de la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies. No de los malos escalofríos, sino de esos que sólo Heeseung podía causar en él.

Sonrió y echó la cabeza hacia atrás sobre la columna de la farmacia, ronroneando en voz alta como tanto le gustaba a Heeseung. No hubo nadie alrededor para mirarlo de reojo y murmurar a sus espaldas que se veía grotesco y antinatural en un chico.

Una lástima. Era divertido cuando tenía audiencia.

— Yo te pedí un favor, Heeseung— susurró lentamente, y luego la respiración de Heeseung pareció hacerse más rápida, más cuadrada, defectuosa. Fallando—. Vas a venir aquí y vas a llevarme al apartamento. Entonces tendremos sexo.

— Sunoo, sabes que a estas horas no puedo-

— Te mandaré mi ubicación por mensajes —dijo rotundamente—. Porque vas a venir ¿cierto?

El ruidito casi cómico que hizo Heeseung con la nariz declaró una victoria para Sunoo. Otra vez. Kim Sunoo siempre obtenía lo que quería.

Sonrió con suficiencia y empujó la espalda contra otra de las columnas en la farmacia.

— Es tarde— dijo Heeseung, con ese tono con frustración—. ¿Qué haces en donde sea que estés a estas horas de la noche?

Oh. Genial.

MORE THAN SEX | HEESUN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora