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   No recordaba la última vez que había dormido tan poco. Al estar el problema de Viktor resuelto, mi mente no dejó de darle vueltas al asunto de mi hermana hasta que el móvil sonó por la alarma que había puesto la noche anterior.
Me removí incómoda y cerré los ojos fuertemente. Notaba la luz del pasillo por debajo de la puerta de mi habitación y quemaba mis ojos. A pesar de que me di media vuelta e intenté dormirme nuevamente, fue una misión completamente fallida cuando sentí la puerta siendo abierta suavemente y, luego de unos cuantos segundos, un brazo rodeando mi cintura. Me acomodé mejor contra él y suspiré levemente.

   El calor de su cuerpo me hizo sentirme extremadamente cómoda y comencé a acariciar su mano. Gruñó de manera tierna y sonreí ante su acto. Volví a voltearme para estar frente a frente con él.

- Hola - susurró pasando sus dedos por mi mejilla.

- Hola - dejé un leve beso en sus labios y luego enterré la cara en su pecho, oliendo su aroma - ¿Qué hora es?

- Como las nueve. Puedes seguir durmiendo si quieres - comentó mientras acariciaba mi cabello e intentaba desenredarlo - Yo me quedo aquí.

- No, da igual. No pude dormir nada - suspiré y levanté mi cabeza para verlo a la cara - ¿Tú no tienes que trabajar?

- Jack me vio desconcentrado y me dio el día libre. Llegué a las ocho y media, pero estuve hablando por un rato con tu abuela. Es muy agradable.

Le sonreí inevitablemente. Que se llevara bien con mi familia era algo fundamental para mí, y verlo tan relajado hablando de ello me dio a entender que así fue. Dejé muchos besos en toda su cara olvidándome completamente de los problemas por un momento.
La puerta fue abierta por la otra mujer que habitaba este piso y nos miró a ambos como si fuéramos los más tiernos del mundo. Esperó a que yo dejara de hacer lo que estaba haciendo y, seguidamente, habló desde su lugar.

- Buenos días, Lys. ¿Queréis algo de desayunar?

- No, gracias, abu - le sonreí y me levanté de la cama para darle un abrazo - ¿Cómo estás?

- Cansada, pero bien. ¿Tú? - me preguntó sin separarse de mí - Aunque por lo que veo bastante bien, eh.

Ambas reímos y ella se marchó por donde había venido. Giré para ver una imagen que, si pudiera, me la tatuaría. Viktor estaba sentado en la cama, con las piernas estiradas y apoyado con sus brazos estirados hacia atrás. Los músculos de su pecho y brazos se marcaron bajo su camisa, robándome un suspiro algo sonoro.
Viktor soltó una carcajada genuina, tirando la cabeza hacia atrás, y me quedé aún más embelesada que antes. Caminé hacia él y me senté a horcajadas de él y tomé su cara entre mis manos para darle un intenso beso.

- ¡Vas a matarme algún día, Viktor! - volvió a reírse, pero esta vez siendo acompañado por mí - Es en serio, no me puedes dar estas vistas sin esperar que no me desmaye o algo.

- Eres de lo que no hay, Lys.

- Lo sé, soy increíble.

Sus labios volvieron a impactar contra los míos de forma rítmica, acercando mi cuerpo al suyo. Sus manos invadieron mi espalda por debajo de la playera que llevaba y, unos segundos más tarde, pasaron a mi pecho. Suspiré fuertemente contra su boca y me separé un poco.

- Está mi abuela, no podemos -  murmuré, a la vez que él comenzaba a dejar besos húmedos sobre mi cuello y hombros. Gemí cuando me pegó más a él, sintiendo lo que causaba - Viktor, Viktor.

Se separó de mí y me miró con los ojos muy oscurecidos. Respiraba aceleradamente y su cabello apuntaba en todas las direcciones. Necesité todo mi autocontrol para no abalanzarme sobre su cuerpo.

Ataraxia - Viktor VolkovDonde viven las historias. Descúbrelo ahora