Cαpı́tulo 13

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Durmió profundamente hasta que sonó la sirena para que se levantaran, despertando en los brazos de Quackity otra vez.

Una voz bramó a través de los barrotes.

— ¿Qué cojones estáis haciendo maricones?

Vegetta se sobresaltó, cayéndose de la litera al suelo y colocándose sus boxers cuando tropezó con los pies.

Rubius, un híbrido de oso y uno de los guardias más severos del bloque, los contemplaba al otro lado. Los barrotes se deslizaron abriéndose y el peliblanco caminó dentro de la celda directamente hacia el mayor.

— He estado oyendo rumores sobre vosotros, pequeñas ratillas. —Le dijo glacialmente. — Sabes las reglas sobre follar.

Vegetta bajó la mirada, sin decir nada, sin atreverse a mirar directamente a Quackity a quien podía ver con las sábanas hasta el pecho por el rabillo del ojo.

Rubius se rió detestablemente.

— Gracioso, pero lo había puesto contigo a propósito sabiendo que era maricón y preguntándome si le darías una paliza hasta reventarlo o te lo follarías sin más. Veo que Auron se te adelantó en los dos sentidos. ¿Te gustan las sobras, Vegettita?

Vegetta se abalanzó hacia él con la rabia que dominaba cada sentido del instinto de conservación, pero antes de que pudiera hacerlo, chocó firmemente con un cuerpo caliente, familiar. Quackity estaba entre él y el oficial, conteniendo a Vegetta con cada pulgada de su fuerza.

Rubius se rió disimuladamente con diversión y giró sobre sus talones para dejar la celda.

— Te acabas de librar de una temporadita en el agujero, qué conmovedor. ¿Cuándo es la boda, chicos?

Quackity se giró para mirarlo mientras el peliblanco se alejaba a zancadas, sonriendo todavía con satisfacción, entonces echó un vistazo atrás, a Vegetta.

— Aléjate de mí. —Vegetta lo empujó echándole lejos, con la ira todavía consumiéndolo, lleno de la vergüenza al ser descubierto de esta manera por Doblas. Los recuerdos de la noche pasada comiéndole vivo. Se dio prisa al vestirse, evitando a un dolido Quackity, con la mirada confundida.

(...)

Se recordó que tenía que concentrarse en su misión esa mañana, mientras miraba a Quackity en el comedor. Su compañero de celda estaba sentado con Luzu, asintiendo con la cabeza mientras el otro hablaba, pero sin decir nada, su rostro triste, tomando de forma automática su desayuno.

Se suponía que Vegetta estaría pensando en el tribunal de apelación, pero no podía pensar en otra cosa que no fuera su pene en la boca del chico. Por los Dioses, estaba excitado sólo de recordarlo y el enfado consigo mismo no tenía ningún límite. Ambas emociones enfrentadas luchaban dentro de él hasta que creyó que se volvería loco.

Lolito se inclinó cerca de su oído y murmuró—: Guarnizo está en el hospital.

Vegetta volvió la cabeza, tratando de enfocar sus pensamientos. Guarnizo era el gafotas que forma parte de la cuadrilla de Auron. Lolito se había acercado a él mientras hablaba.

— ¿En serio?

— Sí. El torpe hijo de puta se cortó su propia garganta afeitándose... por lo que .

Vegetta hizo clic en su lengua con una sonrisa satisfecha.

— No deberían permitir maquinillas de afeitar a algunas personas.

— No. Hablando de eso, toma.

Una mano se apoyó en el muslo de Vegetta y un objeto de metal presionó a través de la tela, con el mango forrado. Su mano se deslizó sobre Lolito, transfiriendo el estilete a su palma donde lo deslizó en el cinturón de sus pantalones, debajo de su camisa.

— Es agradable hacer negocios contigo, compañero. —Murmuró alrededor de su taza de café, mirando a Quackity otra vez. ¿Sería hoy la última vez que lo viera? Quackity le había pedido que no buscara venganza. Le había dicho que no quería que Vegetta se marchara otra vez, pero él advirtió que su lujuria por matar era mayor que su lujuria por el menor.

Era el hombre más tonto que pudiera imaginar.

ANĐ SØ IS ŁØVE [V&Q]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora