Era una fría mañana en el valle de Rolgdan, uno de los inviernos más largos que habían experimentado en más de 100 años, el sonido de las pocas aves que se atrevían a elevar el vuelo, podía oírse en el ambiente, el olor a pan recién horneado por las calles empedradas, inundaba las narices de los ciudadanos que madrugan, los elfos, criaturas hermosas de piel azulada y orejas puntiagudas, inteligentes y longevas; prácticamente no conocen la muerte más allá de las historias de antiguas guerras, cuando los tiempos más oscuros dominaban todo el continente de Dregens, dónde los reyes, magos, nigromantes y toda criatura existente quería hacerse con el poder de las almas de los dragones. El hambre, la pena, la desesperanza y la muerte predominó años antes de que todo acabara.
El elfo oscuro Menmorder amenazó con acabar con la tierra de Dregens un día, fue el más poderoso de todos los elfos oscuros, sus habilidades para la magia no conocían límites, fue con esta como envenenó la mente de los hombres y buscó dominar el continente con el fin de revelarse contra lo que un día fue considerado una deidad. Los dragones, unos sabios y misericordiosos; otros coléricos y bélicos, listos para destruir todo a su paso, Menmorder harto de tener que agachar su cabeza frente a ellos encontró la manera de asesinarlos, de poder al fin ser él, quién fuera el primero, en hacer rodar la cabeza de un dragón, Menmorder guiado por su rabia y su sed de poder, hizo tratos con criaturas desagradables, criaturas que darían lo que fueran por probar aunque sea una gota de la sangre de un dragón, los demonios de la ciudad oscura, quienes fueron los que le otorgaron el poder para matar, destruir y mermar finalmente el dominio y mandato de estás espectaculares criaturas aladas, elegantes y majestuosas, todo por la envidia y la arrogancia de un elfo oscuro, a pesar de ser conocidos por sus fechorías estos elfos de piel gris jamás llegarían tan lejos como lo hizo este, tan lejos como su codicia se lo permitió, fue entregada en sus manos un recipiente, este "recipiente" con la forma de una joya de color intenso rojo carmesí, la cuál fue engarzada en la espada de Menmorder se llamaba Aliemtenaz, en esta fue depositada el alma del elfo y fusionada con la de los demonios, esta piedra tenía un don: dominar a quienes por su poder. Fue así como Menmorder fue poco a poco ganando más adeptos, todos hipnotizados y abrumados por el enorme poder de la piedra, el enorme poder de Aliemtenaz, poco a poco el ejército oscuro de Menmorder fue creciendo cada vez más, los hombres, los elfos, las hadas, los duendes, los crogs y toda criatura que algún día piso la tierra de Dregens fueron sucumbiendo poco a poco y uno a uno.
La falta de fe en los dragones fue debilitando a estos, perdiendo cada día que pasaba su posición como los dioses que un día fueron, a ser solo leyendas y luego ser olvidadas.
Ya enfermos, fueron a esconderse en la profundidad de las montañas, esperando su muerte, ya que no podían vivir sin el poder que todos les otorgaban por sus sacrificios y lealtad a ellos, esto los mantenía vivos, fuertes y sanos, pero sin la devoción de los hombres, solo les quedaba esperar su inminente muerte, esperando al fin la paz. Pero que equivocados estaban, cuando el primer dragón comenzó a cerrar sus ojos entregándose a la muerte, sintió un frío que cruzó de lado a lado su cuello, entonces abrió los ojos y frente a él vió dos luces de color rojo intenso frente a él, vio a los ojos a Menmorder, quién cortó su garganta bañando se sangre de dragón su ya maldita y corrompida espada.- veo que lo haz conseguido al fin, lograste tu cometido
Dijo el viejo dragón perdiendo poco a poco el aliento mirando al elfo, quién sin pestañear se acercó lentamente hasta el pecho descubierto de este y le dijo
- ¿Que se siente ser reemplazado por un elfo oscuro? Tu raza despreció ya mucho tiempo a la mía, hoy tu reinado se acaba, hoy seré yo el portador del alma del dragón más poderoso, Katyrke, rey de los dragones y hoy serás relevado de tu posición como un dios, no serás más que un cadáver exiliado al olvido en estas húmedas montañas
Dijo el elfo mientras absorbía su alma dentro de Aliemtenaz, la cual brillaba cada vez más, emitiendo un fulgor que podía verse desde el punto más lejano de Dregens, por un momento la noche oscura se volvió día cuando la luz inundó el cielo, fue entonces cuando todo el mundo supo finalmente, que Katyrke el Rey dragón, había caído ante el filo de la espada de Menmorder, quién fue conocido desde entonces como Menmorder, el asesino de dioses.
Menmorder reinó sobre todo Dregens con mano de hierro, poco a poco el poder lo consumió y se volvió una criatura vil, llena de odio y maldad, atacó sin piedad razas que el consideró inferiores y extendió la desolación por todo el continente, trayendo hambre y desesperación, la desesperación se volvió en la paranoia y esta finalmente en el inicio del fin del elfo.
La raza de lo hombres, quienes movidos por el hambre de poder, la codicia de tener en sus manos la piedra Aliemtenaz y hartos de los avisos del ejército de elfos oscuros se levantaron en armas contra Menmorder en una guerra que parecía no tener fin, pero este no es momento para contar está trágica y oscura historia.
1500 años después, Rolgdan:
Astrid como de costumbre era la primera en despegar un ojo en el poblado de Rolgdan, movida por su hambre de conocimiento se dirigía cómo de costumbre a la escuela de magia
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La portadora
FantasyHistoria de fantasía que se sentra en Astrid, una chica mestiza mitad humana, mitad elfo, la cuál se embarca en una épica aventura